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'Ruby' sigue sin acordarse de nada

En su segunda declaración vuelve a escabullirse entre olvidos y negación de todo lo dicho sobre las fiestas de Berlusconi

ROMA. Actualizado: Guardar
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El segundo y último día de declaración de 'Ruby' en el proceso que imputa inducción a la prostitución a tres amigos de Silvio Berlusconi, acusados de llevarle chicas, fue decepcionante, una vez superada la novedad de hace una semana, cuando apareció por primera vez ante el tribunal y se pudieron oír por fin sus explicaciones. Entonces ya quedó claro que Karima el-Mahroug, de 20 años pero menor en 2010 cuando protagonizó el escándalo, no iba a soltar prenda. Se aferró al argumento de que se inventó todo en los tres interrogatorios de los fiscales, que hasta mentía para presumir en las escuchas grabadas donde decía lo mismo y que del resto no se acuerda.

La joven marroquí que da nombre al escándalo de las fiestas del ex primer ministro, que en un juicio paralelo se enfrenta a una pena de seis años de cárcel por prostitución de menores y abuso de poder, siguió ayer el mismo guión, hasta el punto de desesperar al fiscal y a la juez. La magistrada le llamó la atención para pedirle respeto nada más empezar con su retahíla de «no me acuerdo», «si lo dice usted que lo tiene escrito» o «eran cosas que me inventaba».

'Ruby' no está acusada de nada ni en este ni en el otro juicio, donde al final no fue llamada a declarar. Es más, es víctima y acudió ayer como testigo. Pero sus palabras tienen un gran peso sobre el destino de Berlusconi, que siempre ha negado haber mantenido relaciones con ella ni saber que era menor. Sólo admite haberle dado dinero y regalos, entre ellos dos Rolex, por pura generosidad. Aunque la acusación sostiene que fue por sus servicios y luego para comprar su silencio.

Pese a la cerrazón de 'Ruby', las cinco horas de interrogatorio demostraron de nuevo que muchas cosas chirrían. Ante el acoso del fiscal, la joven no supo explicar por qué contó en su primera declaración que había cobrado 187.000 euros de Berlusconi y ahora no recuerda la suma exacta, ni por qué dijo que sólo había pasado tres noches en su casa cuando su móvil ha probado que fueron siete, ni logró recordar si todas ellas durmió sola. Sobre todo, le resultó imposible justificar cómo sus relatos de las juergas eróticas con el entonces primer ministro, que niega haber presenciado y dice haberse inventado, encajan con las versiones de otros testigos. «Una coincidencia», replicó ayer. «O adivinación», ironizó el fiscal. También admitió una de sus trolas, la de haberse acostado con Cristiano Ronaldo: «Si no me he prostituido con él, que es guapo, imagínese con Berlusconi».