«La población británica ha explotado»
Nigel Farage, líder del partido UKIP, sostiene que la masiva llegada de inmigrantes empeora los servicios públicos y genera malestar social
LONDRES. Actualizado: Guardar«El lunes es fiesta, pasarán el fin de semana bebiendo y va a ser horrible», había dicho Nigel Farage cuando le preguntaron por la Liga de Defensa Inglesa (EDL), un pequeño grupo de nacionalistas británicos que organizó disturbios y lanzó piedras a la Policía en Woolwich, tras el asesinato, el miércoles, de un soldado británico, y que podría estar detrás de algún ataque aislado a mezquitas.
Pero, tras una predicción tan grave, Farage se marchó ayer del encuentro con corresponsales extranjeros caminando por las calles de Londres, con su traje 'city', su maletín y el sempiterno pitillo Rothmans en los labios. Marchó a la estación de tren y posiblemente hacia su casa, para partir inmediatamente de vacaciones, tras tres meses de continuas charlas públicas y una campaña electoral.
Pronosticar horribles disturbios e irse de vacaciones no parece la conducta adecuada de un líder político pero Farage ocupa un lugar extraño en la vida pública. Su Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) no tiene responsabilidad de Gobierno ni diputados en el Parlamento, aunque la obtención del 25% de los votos en las elecciones municipales, hace un mes, ha sacudido la política británica.
Su responsabilidad ante la conmoción por el brutal asesinato de un soldado, a plena luz del día, por dos jóvenes de origen nigeriano e ideas islamistas, armados con cuchillos de carnicería, está limitada al discurso público. Un líder menos inteligente sentiría la tentación de utilizar el crimen para alentar la indignación y aprovecharla. Pero Farage habla confiadamente sobre ello y sin oportunismo.
Farage dice que «esa gente (de la EDL) no tiene nada que ver con nosotros» y, cuando se le pregunta si su denuncia del exceso de inmigración no alimenta esos disturbios, expone su argumento sin mencionar lo ocurrido en Woolwich. Señala que durante cuatro décadas se limitaba el número de inmigrantes a unos 50.000 anuales pero, que en los últimos años, la 'puerta abierta' ha permitido la entrada de 500.000 cada año.
Relata sus conversaciones en Boston, una localidad del norte de Lincolnshire, en la que el UKIP fue el partido más votado. Describe la indignación de una mujer, cuya hija se cortó un dedo y tuvo que esperar nueve horas para que la atendieran en el servicio de urgencias del hospital. «No hay plazas en los colegios públicos», dice. «La población ha explotado».
Cuando se indaga su oposición al Tribunal Europeo de Derechos Humanos porque ha obstaculizado la expulsión del país de 'predicadores del odio' -descripción que se aplica a imanes que animan a la violencia en nombre del islam-, señala que él cree en la idea de libertad consagrada en la ley británica. Pero separa la cuestión de los imanes, que gobiernos británicos «no han querido ver». «Habría que haberlos expulsado hace muchos años», concluye.