Economia

Botín y González replican a Rato que no se creían ni su plan ni las cuentas de Bankia

De los tres grandes banqueros españoles, solo Fainé veía posible reflotar el banco con los 7.000 millones que preveía su presidente

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Poco creíbles» y «demasiado optimistas». Así calificaron las cuentas de Bankia antes de su nacionalización los presidentes de los dos grandes bancos españoles, Emilio Botín en el Santander y Francisco González en el BBVA, en sendas reuniones que mantuvieron a horas tardías los días 4 y 6 de mayo de 2012 con quien entonces dirigía la entidad, Rodrigo Rato, y también con el ministro de Economía, Luis de Guindos. No obstante, en esos mismos encuentros el máximo responsable de CaixaBank, Isidro Fainé, sí dio un respaldo tácito al plan del expolítico para reflotar a la primera con una inyección de capital de 7.000 millones de euros -para los dos primeros, por el contrario, se hubieran necesitado, al menos, entre 15.000 y 20.000 millones-, aunque advirtió de que «probablemente» sería castigado por los mercados.

Los tres declararon como testigos ayer ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, quien investiga si existió una estafa a gran escala con la salida a Bolsa de Bankia, además de una posible apropiación indebida y administración fraudulenta por parte de sus anteriores gestores, de los cuales hay más de una treintena imputados. El principal interés de su comparecencia, más allá de valorar la gestión de Rato, era comprobar si aquellas dos citas tuvieron el carácter meramente «ordinario» y «habitual» que el propio De Guindos les dio cuando prestó testimonio a finales de febrero.

Su versión sobre lo que allí se habló no deja en buen lugar al ministro, ya que el tema de las reuniones sí fue especial -casi monográficamente se habló del futuro de Bankia, sobre el que se tenían serias dudas incluso antes de su salida a Bolsa en julio de 2011- y en modo alguno era un hábito mantener este tipo de encuentros al más alto nivel -los jefes de los cuatro grandes bancos españoles y el principal responsable gubernamental del ramo, las noches de un viernes y de un domingo, y en el propio despacho del segundo-. En lo que sí coincidieron con De Guindos es que en aquellas dos citas no se habló de la dimisión de Rato fundamentalmente porque entendían que «no era el momento ni el lugar para ello», según declaró Botín, aunque tampoco el propio interesado dio muestras de que fuera a abandonar, coincidieron los tres.

Nacionalización «necesaria»

Finalmente, Rato arrojó la toalla un día más tarde, coincidiendo con el anuncio de una inyección de 10.000 millones en el banco procedente de las arcas públicas, después elevada hasta los 23.000 millones actuales. Pasadas otras 48 horas, el 9 de mayo, el Ejecutivo nacionalizaba el Banco Financiero y de Ahorros (BFA), matriz de Bankia, haciéndose con el control de este último. Tal solución no fue mal vista por Botín y González, quien incluso la calificó de «necesaria».

Ni Botín ni González vieron viable el plan de Rato para salvar Bankia, aunque mientras el primero prefirió no entrar en detalles sobre «temas internos» en aquellas reuniones, el segundo sí se explayó en sus críticas a las cifras de la entidad luego nacionalizada. A su juicio, «no era creíble» que para el primer trimestre de 2012 hubiera anunciado un beneficio de 309 millones -al final tendría unas pérdidas anuales de más de 2.900 millones-, lo cual achacó a que «sus cuentas eran casi como un chicle», estirando o acortando partidas según se iba necesitando para 'cuadrar' números. El presidente del BBVA llegó incluso a describirlo como «el elefante en la habitación», la principal disfunción que tenía el sector financiero.

Claro que este banquero, que incluso se opuso en su día a participar en la salida a Bolsa de Bankia junto a los otros grandes bancos nacionales, también responsabilizó al Gobierno de su crisis porque «no se atacaron los problemas a tiempo». El único de los grandes que en ese contexto parecía confiar en Rato era Fainé, quien testificó que él sí vio «coherente» su plan pese a lo «complejo» de la situación, algo que tampoco resultaba extraño -admitió- porque CaixaBank había estudiado su fusión con el banco meses antes.