La forzosa emigración
Un millar de jornaleros gaditanos ha hecho el petate y se ha buscado el jornal fuera de su país donde no hay oportunidades
Actualizado: GuardarLeer la crónica que abre hoy las páginas de La Voz puede provocar un viaje mental hacia el pasado, a la década de los sesenta o los setenta, cuando los españoles tenían que buscarse un futuro laboral fuera de las fronteras nacionales porque aquí no había dónde rascar un puesto, un contrato. Un millar de jornaleros gaditanos, la mayoría procedente de la Sierra, ha hecho o está ultimando su petate para viajar a Francia donde tienen un hueco para trabajar en las campañas agrícolas. Los que están ya en suelo galo rezan con alargar la estancia hasta otoño y poder reunir dinero suficiente hasta que el año próximo, el campo del país vecino les reclame de nuevo.
Ayuntamientos de la Sierra, como el de Olvera, se han puesto manos a la obra y han centrado sus esfuerzos en paliar el principal problema de sus vecinos: el paro. Para ello, están ejerciendo de intermediarios entre los empresarios y sus ciudadanos para que viajen con las máximas garantías y la seguridad de tener esperándoles en su destino un contrato de trabajo. Pero todo este esfuerzo, digno de ser reconocido, es consecuencia de la situación de emergencia nacional que vive este país, con una tasa de desempleo insostenible, siendo Andalucía la región que presenta un porcentaje de parados más elevado.
Por eso, cuando se habla de esta emigración, sus protagonistas hablan con la frustración de tener que viajar y marcharse de su pueblo porque en su tierra no tienen cómo vivir. Al menos, con su esfuerzo están desterrando falsos tópicos, como quien sigue señalando al andaluz como el ciudadano indolente y vago. Esa etiqueta que, en especial, algunos políticos del norte les gusta utilizar para afianzar sus argumentos separatistas. Ese millar de jornaleros gaditanos son la mejor muestra que el gaditano, que el andaluz se sacrifica con tal de traer un pan a su hogar. Lo hacen ahora, lo hicieron antes. Pero si les mira a los ojos, aquellos abuelos y estos nietos sueñan con no volver a cruzar la frontera salvo para unas vacaciones.