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El-Asad acaba con el mayor bastión rebelde en la frontera libanesa
El Ejército sirio toma el control de la localidad de Qusair, una de las principales vías de entrada y salida de la oposición armada
Actualizado: GuardarEl Ejército sirio lanzó ayer el asalto final sobre Qusair y, según fuentes militares, logró penetrar a esta localidad del centro del país asediada desde hace semanas «tras bombardeos brutales», denunció la oposición. Desde que hace un mes Bashar el-Asad definió Qusair como «la batalla más importante» ante una delegación de políticos libaneses que viajó a Damasco, los esfuerzos militares por retomar este enclave se han intensificado y parece que los milicianos del Ejército Sirio Libre (ESL) no han podido resistir ante el empuje de soldados, paramilitares y milicianos de Hezbolá, que también formarían parte de las fuerzas de choque leales al régimen.
Al menos 50 personas perdieron la vida en el asalto, según informó el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que alertó del riesgo de una nueva «masacre», como las ya denunciadas en otras poblaciones próximas que han ido cayendo en manos de El-Asad en los últimos días. Esta ciudad, donde se estima que pueden quedar unos 20.000 habitantes, ha sido uno de los feudos rebeldes más importantes desde el estallido de la revuelta.
A medio camino entre Damasco y la provincia de Latakia, Qusair está a su vez en plena frontera con Líbano y era una de las principales vías de entrada y salida para los detractores del régimen. Controlar Qusair supondría cortar una vía de suministro esencial para los grupos opositores armados de la provincia de Homs y a su vez asegurar el tránsito desde la capital al bastión alauí -secta a la que pertenece el presidente- de la costa Mediterránea. «Queremos terminar con Qusair y después haremos lo mismo con Idlib» fue el final del mensaje de El-Asad a la delegación libanesa. Toda una declaración de intenciones que sería el intento de las autoridades por recuperar una provincia fuera de su control desde 2011.
Asalto «brutal»
La oposición denunció el asalto «brutal y destructivo» de la ciudad y advirtió de que este ataque podría «restar todo sentido» a la conferencia de paz propuesta por Washington y Moscú, que podría tener lugar a comienzos del mes que viene. Después de dos años, la oposición armada no ha logrado el apoyo que esperaba de la comunidad internacional, que teme que las armas puedan caer en manos de los grupos extremistas que conforman ahora la primera línea de combate.
Los vídeos de la última semana con un comandante rebelde que mordía el pulmón de un soldado muerto y con ejecuciones públicas de detenidos han contribuido a aumentar las dudas. La toma de Qusair confirma que las cosas marchan favorablemente para el régimen en el campo de batalla, donde El-Asad ha logrado avances importantes en la frontera con Jordania y en alrededores de Damasco. La capital, sin embargo, sigue sufriendo atentados casi diarios y el sábado a última hora un coche bomba mató al menos a diez personas en el céntrico barrio de Ruken al-Din.
En medio de estos avances militares, El-Asad ofreció su primera entrevista tras el bombardeo israelí de comienzos de mes y habló de su futuro para aclarar que «renunciar sería huir, quién debe irse y quién debe permanecer lo determinará el pueblo sirio en las elecciones de 2014».
El apoyo firme de Irán, Rusia y China permite al presidente mantener el pulso a una revuelta que ha costado la vida a más de 94.000 personas, según el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El mandatario, en declaraciones al diario 'Clarín' y a la agencia de noticias argentina Telam negó también el uso de armas químicas.
El-Asad se mostró escéptico de cara a la próxima cumbre que preparan rusos y estadounidenses: «No creemos que muchos países occidentales quieran efectivamente una solución en Siria».
Asimismo, recordó la dificultad de encontrar un interlocutor válido en el bando enemigo ya que «los rebeldes están formados por grupos y bandas diferentes. No docenas, sino cientos. Son una mezcolanza y cada grupo tiene su líder local. ¿Quién puede unir a miles de personas? No podemos discutir un calendario con la otra parte si no sabemos quiénes son».