Rubalcaba defiende la «evolución» del PSOE ante el auge de los movimientos sociales
Los socialistas admiten cambios en el sistema electoral y más participación ciudadana, pero se oponen a la democracia directa
Actualizado: GuardarNi el PP ni el PSOE reconocen su temor a que el fin del bipartidismo pronosticado por las encuestas acabe convertido en realidad cuando llegue la cita con las urnas, pero el principal partido de la oposición dejó claro, en el debate sobre regeneración democrática que este sábado celebró en Oviedo, que le asusta la fuerza que han alcanzado movimientos sociales como el del 15M. Y se presentó como la fuerza llamada a encauzar buena parte de sus peticiones a través de las instituciones de manera controlada.
«Espero que hagamos no una revolución -dijo Alfredo Pérez Rubalcaba en su intervención en la capital asturiana- sino lo más revolucionario que se puede hacer en este momento, que es una evolución inteligente para hacer frente a la 'aluminosis' de nuestras instituciones y las dificultades que tiene nuestro partido». Fue un mensaje para los de fuera pero también para los de dentro, en concreto, para aquellos que periódicamente se ponen nerviosos porque ven que las expectativas electorales del PSOE no mejoran en las encuestas.
El de ayer no era un debate más. El encuentro, el cuarto en la lista de los cónclaves preparatorios de la Conferencia Política de octubre, en la que el partido quiere renovar su proyecto, versaba sobre las respuestas de una formación de corte clásico a las demandas de una sociedad que reclama más participación en la vida política, pero también sobre el modo en el que, en un futuro próximo, debe organizarse el partido. Y las advertencias de la dirección sobre el riesgo de subirse a la ola de lo 'popular' sin meditación previa fueron constantes.
Los socialistas se comprometieron a impulsar en el Parlamento una proposición de ley para permitir que los ciudadanos puedan tener un papel activo en la elaboración de las leyes. Quieren, reforma constitucional mediante, que baste con 250.000 firmas, en lugar de las 500.000 actuales para poder plantear una iniciativa legislativa popular; que un representante de los promotores de la norma pueda defenderla en las cámaras, y que se revisen las materias sobre las que, en principio, no está permitido impulsarlas. Además, entre otros muchos cambios, quieren ampliar el uso del referéndum. Pero todo tiene un límite.
«Cuando se ha caído en la tentación de la democracia directa -argumentó la vicesecretaria general, Elena Valenciano- el mundo se ha deslizado hacia el caudillismo o la tecnocracia». Ramón Jáuregui, responsable de los trabajos para la conferencia, lo dijo de otro modo: «Nos preocupa que se cuestione la democracia representativa, que se intente un ejercicio de desmemoria dando a entender que la política es el origen de todos los problemas y olvidando que es la causante de grandes progresos como la igualdad, el estado del bienestar, el Estado de las autonomías, la integración en Europa...».
No es lo mismo
El primer partido de la oposición defiende que buena parte de las cosas que muchos ciudadanos creen imperioso defender han sido construidas por los socialdemócratas. «¿Cómo se puede predicar de dos partidos que son lo mismo cuando uno está desmontando lo que hizo el otro -argulló Rubalcaba-. Somos radical y frontalmente distintos». El secretario general del PSOE reconoció así sus dificultades para llegar a la ciudadanía. Y, sin embargo, abrió una ventana a la esperanza. «He notado cómo ha cambiado el clima hacia los socialistas -dijo- desde la crítica iracunda al 'haced algo'».
De este modo, lanzó un mensaje a sus propias filas y también para revindicar su trabajo al frente del partido. Él siempre ha defendido que hace falta renovar el proyecto antes de discutir sobre cambios en el liderazgo. Hasta ahora, los socialistas han planteado una reforma del sistema fiscal, un plan de reactivación económica y un proyecto para una Europa más social y ahora un programa de reformas políticas. Prometen, como ya hicieron en el programa electoral de 2011, impulsar otro sistema electoral con listas desbloqueadas para que los ciudadanos puedan primar unos nombres sobre otros. Y defienden un parlamentarismo parecido al británico, más ágil y en el que el diputado tenga voz propia en el Congreso al margen del grupo político al que pertenezca.
Ahora bien, nada de caminar hacia modelo proporcional puro. «Basta mirar a Italia; la fragmentación de la cámara puede llevar a España a la ingobernabilidad», alertó Ramón Jáuregui.