La presidenta de Costa Rica usó el 'jet' del testaferro de un narco
Laura Chinchilla culpa a su equipo de seguridad de aceptar un avión privado que la llevó al funeral de Chávez, a Perú y a una boda
LA HABANA. Actualizado: GuardarSi la presidencia de Costa Rica hubiera tenido un avión oficial, Laura Chinchilla no habría tenido que aceptar la renuncia de tres cercanos colaboradores por «bajar la guardia» al solicitar y aceptar el préstamo del 'jet' de un empresario colombiano vinculado al narcotráfico para viajar al funeral de Hugo Chávez. Y a una boda. Y a una cita con su par peruano, Ollanta Humala, en Lima.
La mandataria compareció por televisión durante nueve minutos para admitir el grave fallo de seguridad nacional. Confirmó la destitución de Mauricio Boraschi, de 42 años, responsable de la Dirección de Inteligencia de Seguridad (DIS) y 'zar' antidroga. Igualmente, anunció la salida de su asistente personal, Irene Pacheco, quien gestionó el uso de la aeronave junto con el ministro de Comunicación, Francisco Chacón, que ya había tenido que renunciar el miércoles.
Según Chinchilla, las gestiones se llevaron a cabo «de manera descuidada, sin que mediaran los procedimientos y controles necesarios para garantizar la integridad y seguridad». Agregó que «las omisiones fueron especialmente graves, en lo que respecta a la protección de la presidenta de la república». «Además, se puede comprometer la sólida imagen internacional del país, que siempre ha dado, y seguirá dando, una lucha frontal contra el narcotráfico y la delincuencia organizada», añadió.
La crisis la desencadenó el uso de un avión propiedad de la empresa petrolera THX Energy, vinculada a Gabriel Morales Fallón, un colombiano que obtuvo la ciudadanía costarricense mediante un matrimonio por poderes. Se le considera testaferro de Juan Carlos Ramírez, alias 'Chupeta', un narcotraficante detenido en Brasil en 2007 después de pertenecer a los carteles de Cali y Norte del Valle. De 'Chupeta' se sabe que ocultaba el dinero tras las paredes de su casa y que tenía la cara deformada por cuatro operaciones estéticas y que su fortuna se calculaba en 1.400 millones de euros.
Una vez descubierto el pastel, Chinchilla tuvo que admitir que Boraschi «tenía bajo su responsabilidad el resguardo de la integridad física y moral de mi persona, y la obligación de corroborar, anticipar y evaluar las actividades en las que participo y me involucro». Tareas que «no se cumplieron». A Pacheco, de 57 años, la presidenta le atribuyó «imprudencia y fallas de coordinación». Por su parte, Chacón argumentó que Morales lo engañó con un nombre falso. En 2011, la DIS alertó sobre este empresario.
La mandataria había utilizado aviones privados en cuatro ocasiones. Para viajes oficiales, algunos países le enviaban la aeronave. Chinchilla ha ordenado que ningún servidor público utilice vuelos particulares y la Fiscalía investiga «si algún funcionario fue pagado y está reclutado por la organización criminal». «Nunca deberemos olvidar esta lección. Es dura, pero nos permite tener más fuerza y convicción para redoblar esfuerzos en la protección de la integridad de nuestra nación», aseguró Chinchilla.