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La ajustada victoria electoral de la derecha sumerge a Bulgaria en el caos político
VARSOVIA. Actualizado: GuardarLa victoria que consiguió en las elecciones generales del pasado domingo en Bulgaria el partido de centroderecha GERB no despejó el panorama político ni sacará al país balcánico del caos institucional y social. El líder del GERB, Boiko Borisov, un político populista, autoritario y presuntamente corrupto, obligado a dimitir el pasado mes de febrero después de que una ola de protestas contra la austeridad recorriera el país, se enfrenta ahora a una situación difícil. Bulgaria seguirá en manos de la polarización social, el bloqueo político y la parálisis institucional, y las posibilidades de alianza que tiene Borisov para gobernar son muy reducidas.
El dirigente conservador no ha conseguido mayoría absoluta en los comicios y su distancia con respeto a la segunda fuerza parlamentaria, la Coalición por Bulgaria del socialista BSP, es de menos de cuatro puntos. Esto le da al GERB de Borisov unas opciones para gobernar muy limitadas. Un pacto con la tercera fuerza parlamentaria, el partido de la minoría turca MDL, es imposible, y llegar a un acuerdo con los nacionalistas ultraderechistas de Ataka sería mal visto por los socios comunitarios de Bulgaria. Los socialistas, herederos de los comunistas que gobernaron de forma dictatorial el país balcánico durante más de cuatro décadas, tampoco tienen mucho margen de maniobra.
En este contexto, Bruselas no descarta una alianza a la alemana, es decir, que el GERB y el BSP lleguen a un acuerdo para sacar al país del marasmo sociopolítico. Los dirigentes conservadores y socialistas no contemplan seriamente esta opción y muchos electores de derecha e izquierda no verían con buenos ojos una alianza de esta naturaleza.
Mientras se despeja el panorama político, el Gobierno interino de Marin Raykov sigue al mando del país, y algunos analistas no descartan que se convoquen nuevas elecciones. En las del pasado domingo, la mitad de los 6,9 millones de votantes no acudieron a las urnas.
Una democracia enferma
La falta de expectativas en el país ha obligado a unos dos millones de búlgaros a emigrar. Bruselas mira con lupa lo que ocurre en el pequeño Estado balcánico y ha retrasado la concesión de ayudas al desarrollo por miedo a que fueran desviadas por las redes mafiosas.
El primer ministro Raikov reconoció que «la democracia búlgara está enferma» y el presidente, Rosen Plevneliev, advirtió del peligro de una «desestabilización duradera». Además, medios búlgaros y extranjeros no descartan la existencia de graves irregularidades en los comicios del 12 de mayo. Según la ONG Transparency International, entre el 12% y el 14% de los votos expresados en los escrutinios desde 2003 han sido comprados o «controlados».