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ESPAÑA SE DESENGAÑA DE LA UE
La falta de entendimiento de los estados miembros para avanzar en la integración económica ahonda en el descrédito de las instituciones comunitariasUn 72% de los ciudadanos desconfía de Bruselas y culpa a la Unión de imponer parte de los recortes aprobados por el Gobierno
Actualizado: GuardarFormar parte de la Unión Europea ha dejado de ser un privilegio para convertirse en un problema, al menos en lo que respecta a la opinión de la ciudadanía española. Y es que cinco años de profunda recesión han transformado de manera radical la forma en que se mira a Bruselas desde España, a la que ahora se considera culpable de buena parte de los males que azotan al país.
Desde 2007 la pérdida de confianza hacia las instituciones europeas ha crecido a velocidad de vértigo. Si entonces el Eurobarómetro indicaba que un 57% de los españoles confiaba en la UE, ahora, tras cinco años de crisis, un 72% manifiesta su falta de credibilidad en ella.
El creciente desencanto por Europa viene avalado por los números. En las elecciones de 2009 al Parlamento de Estrasburgo la participación apenas llegó al 46% cuando en 1999 alcanzó el 63%. Aún con una alta abstención, España se convirtió en 2005 en el primer país de los entonces 25 socios comunitarios en ratificar la Constitución Europea con un apoyo del 76,6% de los votos. Por el contrario, el mismo texto quedó abocado al fracaso pocos meses después al ser rechazado por holandeses y franceses.
Ni una sola de las recientes encuestas refleja que el espíritu europeo atraviese por buenos momentos. El 27% de la población considera que a España le iría mejor fuera de la UE, mientras que otro 60% cree que la política comunitaria no marcha en el sentido correcto. También, según el último Barómetro del Real Instituto Elcano, uno de cada tres españoles cree conveniente plantear un referéndum sobre la salida de la UE y casi el mismo porcentaje ve con buenos ojos el abandono del euro.
Otro sondeo realizado por el Foro Europa Ciudadana refleja que para el 81% de la ciudadanía la excesiva burocracia de las instituciones europeas impide adoptar con rapidez las decisiones que hacen falta para salir de la crisis y otro 66%, que cada estado miembro mira por sus propios intereses en vez de por los del conjunto de los 27.
La principal causa de esta desafección se resume en una palabra, crisis. «Los malos datos económicos, el desempleo y la falta de oportunidades son caldo de cultivo para la insatisfacción general, no solo hacia la UE sino también ante los Gobiernos nacionales que están sufriendo el mismo fenómeno», explica el eurodiputado socialista Enrique Guerrero. Su homólogo y secretario general del Partido Popular Europeo, Antonio López-Istúriz, incorpora a las causas la falta de conocimiento sobre los logros comunitarios. «La desconfianza -afirma el eurodiputado popular- viene de la desinformación. No existe un sentimiento antieuropeo ni euroescéptico en España pero sí muchas dudas sobre su funcionamiento porque este nunca se ha explicado a los ciudadanos». En su opinión, cuando las cosas «marcharon bien no se dio prioridad informativa a la grandísima labor desarrollada desde Bruselas».
La afirmación de López-Istúriz se ve corroborada por una encuesta elaborada en 1995. Entonces, un 31% de la ciudadanía consideraba que España recibía de la UE menos dinero de lo que aportaba frente a un 21,9 que opinaba al contrario, cuando desde 1986 ha sido el mayor receptor neto de la historia de fondos estructurales y de cohesión europeo.
Tanto Guerrero como López-Istúriz opinan que la mala valoración que existe de la UE resulta injusta. Se debe, dicen, a que se achacan a Bruselas problemas que no derivan de ella, sino de los gobiernos nacionales. El eurodiputado socialista asemeja la situación a las comunidades autónomas. «Los presidentes regionales -mantiene- culpan a Madrid de todos sus males y lo mismo hace ahora el Gobierno (con Bruselas) para quitarse responsabilidades del tipo de la subida del IVA o el despido de funcionarios públicos».
El secretario general de los populares europeos lamenta a su vez que en demasiadas ocasiones los jefes de Gobierno reunidos en el Consejo Europeo defiendan sus propios intereses por encima de los del colectivo, lo que lleva a hacer de las instituciones comunitarias «rehenes de las políticas de estado».
Un momento crítico
Entre los españoles una amplia mayoría opina que la UE ha respondido tarde y mal a los desafíos de la crisis, debido por una parte a la burocracia comunitaria y por otra a las reticencias de varios de los estados miembros hacia una mayor unidad monetaria y política.
Desde los países del sur de Europa se insiste en que para recuperar el terreno perdido se debe acelerar la integración monetaria y fiscal. En este sentido, López-Istúriz resalta los pasos dados desde la primera crisis griega y que han permitido crear mecanismos para atajar con celeridad las últimas crisis chipriota y portuguesa sin ahondar aún más en la crisis de la zona euro.
El presidente del 'think-tank' Foro Europa Ciudadana, José Carlos Cano, añade la necesidad de una mayor transparencia y cercanía al ciudadano por parte de Bruselas. «Los europeos de a pie no perciben las políticas comunitarias como suyas», expone. En esta línea, el 96% de los ciudadanos ve necesaria una ley de transparencia a nivel continental que acerque a los ciudadanos a las instituciones comunitarias y les permita conocer derechos de los que gozan ante ellas.
Las elecciones europeas del próximo año serán un buen momento para recobrar el prestigio perdido. «Esta será una gran ocasión para recuperar la confianza en Europa pero entre todos los partidos, y desde luego yo se lo voy a exigir al mío, debemos evitar que el 90% de la campaña gire en torno al caso tal o al caso cual en lugar de exponer los muchos logros de la UE», apunta López-Istúriz.
¿Es posible salir de la UE?
Uno de cada tres españoles es partidario de convocar un referéndum para abandonar la UE al estilo del que tiene intención de plantear David Cameron en el Reino Unido. A ello se añade que otro 32,8% valora como bien o muy bien salir del euro para recuperar la soberanía monetaria.
«Todo es imaginable, pero también puede ser muy irresponsable», avisa Guerrero acerca de la tentación de salir de la moneda única e, incluso, de los 27. Basa su afirmación en tres aspectos que aporta de los que se beneficia España por ser miembro de los 27: aporte económico, seguridad en la frontera sur y estabilidad territorial frente a proyectos independentistas. La posibilidad de abandonar la Unión Europea no deja de ser «una quimera» que defienden algunos movimientos populistas, sostiene a su vez López-Istúriz.
Cinco años de crisis han dado al traste con la valoración ciudadana sobre la UE pero, de manera paradójica, ha sido también el periodo en el que más se ha avanzado en el objetivo de la convergencia, aunque haya sido de forma obligada. Queda por ver si esta salida hacia delante lleva a algún sitio o acaba por quebrase un proceso de integración que comenzó hace 57 años y del que España ha sido una de las mayores beneficiadas a los largo de los últimos 27. «Se está siendo injusto con la unión después de los 20 años de prosperidad que nos ha dado», concluye el eurodiputado del PP.