El textil vuelve a incendiarse en Bangladesh
El fuego consume otra fábrica cuando todavía no han terminado las tareas de desescombro del Rana Plaza, donde murieron más de 900 personas
Actualizado: GuardarParece como si una maldición estuviese cebándose en Bangladesh con el sector textil, uno de los principales motores económicos del país. No en vano, después de multitud de tragedias y cuando las excavadoras todavía no habían terminado de limpiar los escombros del Rana Plaza -el edificio de ocho plantas que se vino abajo hace dos semanas y que ha dejado ya 912 muertos-, el miércoles por la noche se declaró un incendio en otra fábrica de confección de la zona industrial de Mirpur, en la capital, Dacca.
Según las investigaciones preliminares, el fuego prendió hacia las once de la noche en la primera planta de la fábrica que Tung Hai Sweater -proveedor del grupo Inditex y de la británica Primark según su página web- tiene en el edificio. El origen podría encontrarse en un fallo de la instalación eléctrica, pero todavía no se ha confirmado. Lo único seguro es que las llamas se extendieron rápidamente por el resto de los diez pisos, muy posiblemente debido al material almacenado, y que han provocado, hasta la noche de ayer, al menos ocho muertos.
Afortunadamente, en esta ocasión las instalaciones estaban ya casi desiertas. La mayoría de los trabajadores había acabado su jornada y solo quedaban personal de limpieza, guardas de seguridad y varios directivos que celebraban una reunión en la última planta. Algunos medios locales aseguran que, curiosamente, estos últimos estaban debatiendo sobre las medidas de seguridad que se debían instalar en el edificio para adecuarlo a la normativa local.
Es evidente que, poco a poco y en gran medida debido a la presión que comienzan a ejercer los consumidores a los que va destinado el producto final, parece que el país comienza a tomar en serio los peligros que están al acecho en las 4.500 fábricas que han convertido a la antigua Pakistán Oriental en el segundo exportador mundial de ropa. Así, el ministro de Textiles del país, Abdul Latif Siddique, ordenó el cierre de 18 instalaciones productivas -16 en la capital, Dacca, y 2 en la ciudad industrial de Chittagong-, y aseguró que todos los edificios que sean calificados de inseguros por los inspectores correrán la misma suerte.
El sueldo mínimo más bajo
La pregunta lógica que se hacen muchos es por qué no se ha actuado antes. De hecho, ya en noviembre una fábrica similar -la de Tazreen Fashions- quedó completamente calcinada y perecieron en su interior 112 personas. Han hecho falta más de mil muertos para que el Gobierno haya decidido utilizar un lenguaje más contundente, pero los sindicatos todavía no confían en la palabra del ministro. «Los empresarios y los dirigentes políticos muchas veces son las mismas personas. Además está el problema de la corrupción, que supone un grave lastre para la seguridad de los trabajadores porque los empresarios consiguen que los inspectores miren para otro lado», reconoce a este periódico, bajo la condición de preservar el anonimato, el dirigente de una importante asociación textil de Dacca.
No en vano, son muchos los intereses que confluyen en el sector textil, que aporta el 80% de las exportaciones del país, con un valor de casi 20.000 millones de euros, y es uno de los elementos clave del desarrollo económico de Bangladesh, que en la última década ha rondado el 6%. Sin duda, mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, que cobran el sueldo mínimo más bajo del planeta -3.000 takas, menos de 30 euros-, va a tener un impacto en los márgenes de beneficios de los empresarios bangladeshíes y de las marcas occidentales. Pero, como apunta el líder sindical, «la alternativa es seguir contando cientos de muertos».