
El pacto anticrisis naufraga
Rajoy descarta variar lo más mínimo su política y solo ofrece negociar su propio paquete de reformas, que aprobará en cualquier caso
MADRID. Actualizado: GuardarCinco horas y media de debate sirvieron para poco o nada. Las posiciones a uno y otro lado del hemiciclo no se movieron un milímetro. La oposición reclamó al Gobierno un cambio de política económica, que considera «fracasada», y un gran pacto de Estado para sacar a España de la crisis. Mariano Rajoy no se cansó de reiterar a cada portavoz que no va a variar un ápice el rumbo de su proyecto, con la austeridad presupuestaria como bandera, descartó cualquier acuerdo político global y solo ofreció pactar con el PSOE y el resto de grupos su propio paquete de reformas, en especial la reducción de la administración, las pensiones, la regeneración democrática, y la que busca asegurar la unidad de mercado.
El debate sobre los planes económicos del Gobierno hasta 2016 solo sirvió para constatar la profundidad del divorcio entre Rajoy y la oposición, para dar por enterrada la demanda unánime de pacto de Estado y para que el presidente dejase claro que mantendrá la política de contención del déficit público a toda costa con apoyos o sin ellos. No le asusta, aclaró, gobernar solo, blindado por la mayoría absoluta del PP en el Parlamento, que ayer le animó a «no atender cantos de sirena» y le volvió a garantizar «todo el apoyo necesario».
Rajoy, en un discurso exento de autocrítica, aseguró que, pese a los 6,2 millones de parados, su política funciona porque, dijo, ha contenido el déficit, la caída del PIB y la deuda externa, ha evitado la intervención, ha colocado la balanza de pagos en positivo y ha recuperado la confianza de los inversores con una prima de riesgo en 280. «Esto empieza a funcionar y llegará la cosecha», «vamos bien», «hemos salido de lo peor» o «vamos a empezar a mejorar» fueron expresiones con las que quiso insuflar optimismo en sus filas y decir que espera que las previsiones oficiales, que anuncian una destrucción de 1,3 millones de puestos de trabajo en la legislatura y que alejan la recuperación a 2016, terminen por no cumplirse.
«Fantasías irrisorias»
El presidente desechó el «acuerdo nacional» para la reactivación y el empleo que le ofreció por primera vez en sede parlamentaria Alfredo Pérez Rubalcaba, y lo hizo con desprecio. «Buenos deseos y fantasías irrisorias», «atajos quiméricos», «medidas erráticas y ligerezas», «recetas mágicas» o «experimentos y frivolidad» fueron algunos de los calificativos que destinó a la propuesta socialista y a la de IU.
La oposición, por contra, de la izquierda a los nacionalistas, coincidió en cuatro ideas. Sus portavoces dijeron no ver en el «miedo» de los ciudadanos y el desapego hacia políticos e instituciones un solo motivo para «el triunfalismo» de Rajoy, que parece que «vive en otro país». De igual manera, creen indispensable una nueva política que sin descuidar el déficit apueste por el crecimiento para impedir que la tasa de paro siga en el 25% en 2016 y que llegue el estallido social.
El principio de la solución, opinan, es un gran acuerdo nacional para la salida de la crisis, pacto que vieron enterrado antes siquiera de intentarlo por la respuesta de Rajoy, una negativa que interpretaron como una invitación a la mera «adhesión» a sus proyectos. Solo UPyD no hizo hincapié en este pacto, pero sí convocó al Gobierno a una gran reforma del Estado, con la recuperación de las competencias de educación y sanidad y la fusión de ayuntamientos. La cuarta reclamación fue que se plante ya ante la canciller Angela Merkel y active el crédito y las ayudas europeas a familias y empresas.
Rubalcaba no se dio por vencido y anunció a Rajoy que la próxima semana le enviará el documento con su plan anticrisis, con metodología para el pacto incluida. Le reprochó que lo desprecie con la excusa fácil de que son «las políticas del pasado que nos han traído hasta aquí». «Ni la de Zapatero ni la de Rajoy, le propongo la política de Rubalcaba», protestó.