No cabe ni un parado más
Actualizado: GuardarViendo la deriva que está tomando el paro en España, cuando ya se cumple un año de la reforma laboral, cabe preguntarse que más que un acierto ha sido un fracaso estrepitoso. Porque ya es hora de que hubiera, por lo menos empezado a dar frutos alentadores. Apresado en las imposiciones que nos vienen de Merkel, la UE y el FMI, el Gobierno de Rajoy, en el que tantas esperanzas se pusieron, no parece sino dar palos de ciego en una tesitura escalofriante que no acaba de encarrilar. 6,2 millones de parados son muchos parados, ¿hasta dónde llegaría la fila si se pusieran uno tras otro? Resulta impensable, y tiene uno la sensación que ya no cabe ni un parado más. Pero para nuestra desgracia, el último recuento de la Encuesta de Población Activa (EPA, para los allegados) que ha marcado un récord histórico desde que se contabiliza la población que tiene como meta las oficinas de empleo (cada día se destruyen más de 3.500 puestos de trabajo) todo hace pensar que la lista irá in crescendo. Pero, ¿cabe un parado más?, se pregunta uno, viéndole las orejas al lobo. ¿Puede haberlo teniendo en cuenta que la cifra de los que, ¡afortunados ellos!, conservan su puesto en el tajo casi alcanza a quienes reciben pensiones contributivas? La explicación de que nuestro país no haya saltado por los aires en un levantamiento social de impredecible virulencia radica, según la prensa extranjera, incluida la de EE UU, es que aquí prepondera como en ningún otro lugar del mundo la economía sumergida. Esta, y la extendida práctica de la ayuda de los pensionistas a sus vástagos en paro han logrado hasta ahora mantener indemne el dique de la insurrección. Pero, ¿hasta cuándo aguantará?