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Cuando Alemania se quedó ciega del ojo derecho

Comienza el histórico juicio contra la célula neonazi que conmocionó al país por asesinar a nueve inmigrantes y a una agente de Policía

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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Alemania lleva semanas preparándose para el histórico juicio contra la célula terrorista neonazi acusada de matar a ocho inmigrantes turcos, un griego y una policía alemana, y de haber perpetrado al menos dos atentados con bomba y una quincena de robos. Un escándalo que conmocionó al país y que llevó a la canciller, Angela Merkel, a calificarlo de «vergüenza». La jefa del Gobierno germano, sin embargo, no llegó a pronunciar las palabras que esperaban los allegados de las víctimas: que fueron asesinadas por ser extranjeros.

¿Cómo fue posible que durante años el trío matara impunemente? ¿Qué llevó a la Policía a descartar que estuviera ante crímenes de la extrema derecha?¿Qué ayuda recibió la célula para poder llevar a cabo sus fechorías? Éstas son sólo algunas de las preguntas que se espera queden resueltas durante un juicio que podría alargarse más de dos años y que comienza hoy en Múnich. Pero hay algo que las investigaciones han dejado ya claro: Alemania subestimó la escena de la extrema derecha o, como dicen en el país, «se quedó ciega del ojo derecho».

Durante años, y hasta noviembre de 2011, el trío neonazi formado por Uwe Mundlos, Uwe Böhnhardt y Beate Zschäpe, autodenominado 'Resistencia Nacionalsocialista' (NSU), actuó impunemente. Desde el 9 de septiembre de 2000, cuando asesinaron a un florista turco de 38 años en Núremberg, hasta la muerte de una policía el 25 de abril de 2007, mataron a otros siete turcos de entre 25 y 49 años y a un griego de 41.

El considerado como el peor error de los servicios secretos alemanes desde la posguerra salió a la luz con el supuesto suicidio de Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt, que habrían incendiado la autocaravana en la que vivían al verse acorralados por la Policía tras cometer un atraco. Entre los restos quemados, los investigadores encontraron la pistola de la agente asesinada en 2007. El mismo día, unas horas más tarde, Beate Zschäpe hizo saltar su piso por los aires y se entregó a las fuerzas de seguridad cuatro días después.

A partir de ese momento, las informaciones acapararon los titulares y los alemanes devoraron los detalles, incluido un vídeo protagonizado por La Pantera Rosa elaborado por el trío con imágenes de los asesinatos. Zschäpe pasará el resto de su vida en la cárcel si es declarada culpable.

Víctimas investigadas

Las familias de las víctimas tuvieron que hacer frente no sólo al sufrimiento de perder a un ser querido, sino al hecho de ver cómo los investigadores situaban a los asesinados en el centro de una mafia de drogas o apuestas ilegales. «Tuvimos que llevar la carga de que quizás alguien de nuestra familia pudiera ser el responsable de la muerte de mi padre. También tuvimos que asumir la acusación de que mi padre pudiera ser un criminal o un camello. ¿Pueden imaginarse cómo se sintió mi madre al ver que se convertía en el centro de las investigaciones?», criticó Semiya Simsek, la hija de la primera víctima, durante un acto en memoria de los fallecidos. Los servicios secretos se convirtieron en el centro de todas las críticas y la noticia de que ellos mismos habían destruido documentos vinculados con el trío de acusados, unos días después de que Beate Zschäpe se entregara a la Policía, hizo rodar las primeras cabezas, comenzando por la de su presidente, Heinz Fromm.

La falta de cooperación entre los 36 organismos de seguridad nacionales y regionales de Alemania obligó al país a ponerse manos a la obra para intentar reformar un entramado que ha demostrado ser ineficiente. Asimismo, reabrió el debate sobre la posibilidad de ilegalizar el brazo político de la extrema derecha, el Partido Nacional Democrático (NPD), con representación parlamentaria en dos Estados federados. Un primer intento de ponerlo fuera de la ley, en 2003, fracasó tras constatarse el alto número de infiltrados de los servicios secretos en la formación.