Sociedad

El arte se hace moda

Once modistos españoles exponen sus diseños junto a las Vírgenes de ZurbaránLa muestra, inaugurada ayer en Sevilla en el Espacio Santa Clara, refleja en 17 lienzos el viaje del pintor de lo divino a lo humano

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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El Espacio Santa Clara de Sevilla exhibe una original exposición que reúne el arte de un maestro del barroco, Francisco de Zurbarán, con los vestidos de once diseñadores españoles. 'Santas de Zurbarán: Devoción y Persuasión' da una vuelta de tuerca al concepto clásico de mostrar arte y trae por primera vez a España un formato ya ensayado en el Victoria & Albert de Londres o la National Gallery de Washington. En la planta baja, 17 de las 23 santas vírgenes que pintó el artista extremeño, prestadas por importantes museos. En el primer piso, los diseños de once modistos, encargados para la ocasión. Entre ambas, como pieza de enlace, un traje cedido por el Museo Balenciaga, confeccionado por el maestro de Guetaria en 1961 e inspirado en la Santa Casilda del Thyssen, muy cerca de la cual se muestra por primera vez.

El veterano Elio Bernhayer, que ha realizado una de las piezas más destacadas de la muestra, inspirada en Santa Isabel de Portugal y Santa Cecilia, decía entusiasmado que «Zurbarán es el más grande diseñador que ha tenido España porque esos trajes no existieron, los inventó él». Luciendo la Medalla de Andalucía, que le concedió la Junta, el modisto añadía: «Me río del Museo del Traje de Madrid, esto es impresionante, hay que llevar allí esta exposición».

La muestra reúne 17 de las 23 santas vírgenes documentadas y proceden de los museos National Gallery de Londres, el Prado de Madrid, el Bellas Artes de Bilbao, el Thyssen-Bornemisza madrileño, la colección Masaveu de Oviedo, el Carmen Thyssen de Málaga y el Palazzo Bianco de Génova, además del Bellas Artes de Sevilla.

Antológica

El montaje en la sala de la planta baja tiene un carácter «procesional», según el comisario de la muestra, Benito Navarrete. Los cuadros siguen las pautas de cómo eran colgados en las iglesias durante el siglo XVII, cuando llegaron a alterar a la jerarquía, que no veía la ejemplaridad de mostrar a las mártires cristianas como hermosas y elegantes mujeres. El cardenal Niño de Guevara rechazó «la persuasión que confunde a los fieles, por no distinguir un retrato profano de una santa virgen».

Algunos cuadros que fueron saqueados por Napoleón han vuelto a la ciudad para la que fueron pintados: Santa Eufemia y Santa Casilda, rapiñados por el mariscal Soult. Otro, que pertenece a la colección Masaveu, se muestra por primera vez. El conjunto habla de un artista, Francisco de Zurbarán, que hace 25 años fue objeto de una antológica en el Prado y que, aunque está entre los grandes nombres de la pintura española, reclama una nueva atención.

En la primera planta se hacen realidad los brocados, tafetanes, sedas, pedrerías, gasas, los sobretodos anudados y las más modestas estameñas populares con que Zurbarán vistió a sus santas. El paseo estimula una sensibilidad desconocida para quienes no ven en la moda actual más que un pasatiempo o un objeto de consumo. Es el caso de la pieza de Devota y Lomba, que convierte a Santa Úrsula en una delicada túnica que retoma la paleta de colores, sutil y exquisita. Modesto Lomba, junto a su pieza, decía que la exposición «descubre un creador de moda, que inventaba los trajes».

Cada diseñador es fiel a su estilo y así lo decía Roberto Torreta, que se muestra sobrio para interpretar a Santa Marina y juega con los volúmenes y los tejidos: «un brocado de lana en la falda y brillo en la parte de arriba, con una rafia, ambas negras, con una camisa blanca». Mientras, la Santa Margarita de Francis Montesinos es sobre todo sutil: «la he querido reinterpretar y actualizar con delicadeza a base de bordados y gasas». Agatha Ruiz de la Prada lleva la modernidad que ve en Zurbarán a su Santa Águeda y usa el plástico para la parte superior de su vestido, en un azul intenso, a la vez que quitaba importancia a la polémica por la retirada de su traje del espectáculo de danza que, paralelo a la exposición, lleva a cabo Eva Yerbabuena. La artista decidió que la bailarina supliera esta pieza azul por un vendaje color carne.