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Un futuro más cierto

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Un respeto a los inmigrantes, pedía Arguiñano desde el espacio televisivo en el que se hacía eco del sentir más auténtico de una calle cansada de mentiras e injusticias, hastiada de políticos desvergonzados e incompetentes, revelada e indefensa ante una realidad que la humilla y de la que cada vez se siente menos responsable. Un respeto, porque antes de que hayamos sido capaces de ponernos en su piel antes de que hayamos sido capaces de enseñar a nuestros niños a aprovechar como un hecho positivo las consecuencias de la nefasta gestión que hacemos del planeta; debemos ahora volver a adquirir su condición, ponernos en sus hechuras y llamar a otras puertas, tal vez para comenzar a oír ahora nosotros aquello de a qué venís los españoles aquí. Iros a vuestro país.

Ayer, mientras razonábamos sobre la conveniencia de iniciar un proceso de dinamización colectiva en un pequeño pueblo de nuestra hermosa serranía, comentábamos del acoso al que una alumna de un colegio de esta ciudad sometía a una compañera a través de la Red y por el simple hecho de tener un distinto tono de piel. Tus padres son los culpables de que los míos no tengan trabajo, le espetaba sin contemplación. La comunidad educativa del centro se debate confusamente en el cómo abordar la situación.

No hace mucho se publicaban los datos relativos al descenso de la población española y que venían a coincidir con el número de inmigrantes que habían decido retornar a su suelo natal. Hemos pasado de ser tierra de promisión, de ser parte del paraíso, a puerto de salida hacia realidades más esperanzadoras que la nuestra.

Nuestro índice de paro supera alarmantemente los 6 millones de personas y no tiene visos de enmendarse. Es hora ya, no tenemos otro remedio, de comenzar a explicar a nuestros hijos -de pedirles perdón si fuese preciso - porque el presente que les dejamos no resulta tan alentador como el pasado que a nosotros nos legaron, pero mal que nos pese no hay otra que continuar esforzándose, ahora por hacer frente a la fatalidad y buscar salidas con valentía. Tratando los unos de ser más decididos y emprendedores; otros aprestándose a ejercer la profesión para la que se formaron, aún en tierra ajena. De paso tal vez consigamos continuar derribando fronteras y converger un poco más en nuestra calidad de seres humanos. El futuro podría ser así seguramente más cierto.