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Lo de Cantó

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Nadie duda de que el pueblo español vive pegado a la actualidad, la duda a hoy viernes está en saber a cuál. Esta semana, concretamente, eso que llamamos la gente ha atendido asuntos de crucial importancia como el intolerable desliz de Toni Cantó, ese monstruo mediático de UPyD al que se le ocurrió tuitear como noticia la muerte del inventor del LSD, que estaba criando malvas desde hace años.

La masa, agraviada por tan descomunal error de bulto, le hizo saber su descontento con mil y una bromas, indignada con una rabia sólo comparable a la que muestra cuando a su equipo le pintan un fuera de juego que no es. Demostrar que cada uno era más listo que Cantó ha resultado una tarea complicada que cada cual ha resuelto como ha podido, pero siempre con esa brillantez ibérica, estrujándose el seso hasta escribir cosas como esta: «Verás cuando Toni Cantó descubra que el hombre llegó a la luna».

España tendrá un 25% de paro, una tasa de fraude fiscal comparable a los despachos de Al Capone y una enseñanza de mierda, pero oh, cielos, qué ingenio, 'quel esprit, mon père'. La verdadera pena es que Miguel Gila no viviera para leer esos chistes tirado de risa en el sofá de casa o tal vez en el suelo del retrete, al borde del síncope. O que Mariano José de Larra no hubiera visto crecer su semilla del descontento mordaz y literario. Qué digo Larra. el propio Emile Zola estará en algún sitio comentando con Voltaire cómo fragua la crítica periodística en las masas gracias a la democratización del conocimiento.

Es sin duda una suerte que algunos ciudadanos estén en lo de Cantó y no en otras minardeces de la prensa, de esa prensa que tanto critican con tanta razón, como el reportaje de Zigor Aldama sobre la sangre que llevan los pespuntes de las camisas que compramos y que dejó derrumbarse el edificio de esclavos textiles en Bangladesh -y que nadie leyó por cierto hace meses- o a qué huele la pólvora en Afganistán o en Oriente Medio en las crónicas de Mateo Balín o Mikel Ayestarán. Qué alivio saber que el pueblo tomó el liderazgo de la opinión para darle un uso digno.