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El PP deja sin respuesta las críticas de Aguirre a la gestión de Rajoy
La expresidenta dice ahora que el presidente «no se equivoca en nada», pero se vanagloria de «navegar con viento contrario» y pide recortes
MADRID. Actualizado: GuardarEl PP prefirió no polemizar con Esperanza Aguirre un día después de que reprochara a Mariano Rajoy el incumplimiento del programa electoral y su escaso liberalismo económico. Los ministros y dirigentes que dieron la cara hicieron como que no habían leído sus opiniones ni escuchado sus palabras. No quisieron dar cuartos al pregonero en un momento difícil para el partido gubernamental después de las desastrosas cifras de paro y el negro panorama económico que prevé el Ejecutivo.
El vicesecretario de Estudios, Esteban González-Pons, fue el encargado por parte del PP de responder a Aguirre y pidió tiempo y comprensión. Tiempo porque «la legislatura no ha llegado ni a la mitad», hay que esperar a que surtan efecto las medidas tomadas y no se puede esperar a que se resuelva en año y medio lo que «se estropeó» en dos legislaturas socialistas. Comprensión porque, si bien es cierto que «todos en el PP» quieren adelgazar la administración pública, hay «circunstancias» que impiden aplicar a rajatabla el programa electoral.
González-Pons señaló en una entrevista en la cadena Cope que es injusto que se acuse al Gobierno de Rajoy de no ser ambicioso en sus reformas del sector público cuando se han recortado 370.000 empleos. En realidad son 374.800 desde el tercer trimestre de 2011, un 12% de la plantilla de todas las administraciones públicas, según datos del Registro Central de Personal. Los Ministerios, recordó el dirigente popular, también han reducido el 20% de sus gastos, y el objetivo es una poda de otros 8.000 millones de euros en la administración hasta 2015.
El secretario de Estudios exhibió estas cifras en respuesta a las acusaciones de Aguirre a Rajoy de no haberse atrevido a acometer «una reforma radical y sin precedentes de las administraciones públicas» para reducir el gasto público y, en cambio, haber optado por la vía del aumento de los impuestos para recortar el déficit. «Ha llegado la hora» de aplicar el programa electoral y «reducir el peso del sector público», escribió la expresidenta en su blog el martes y remeció una vez más los cimientos de su partido.
Aguirre llevaba en silencio desde que en febrero se filtró el contenido de una reunión del PP de Madrid en la que fue muy crítica con la gestión del caso Bárcenas y en la que, según algunas fuentes, llegó a llamar «imbécil» a María Dolores de Cospedal, censuró a la ministra de Sanidad, Ana Mato, por sus relaciones con la trama 'Gürtel', y arremetió contra la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, por su actuación en la tragedia del Madrid Arena, en la que murieron cinco jóvenes. Sus palabras levantaron una polvareda, pero solo merecieron el silencio de Mariano Rajoy.
Verso suelto
Una estrategia que ayer aplicaron el resto de los dirigentes. El ministro de Justicia y pareja de disputas de la expresidenta, Alberto Ruiz-Gallardón, sostuvo tras asistir a la recepción del Dos de Mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid, que Aguirre «apoya» la política del Gobierno. Es más, dijo que habló con ella y que le negó que hubiera criticado a Rajoy. La propia expresidenta pareció atribuir en un primer momento el comentario a su espíritu disidente. «Me gusta navegar con viento contrario», dijo para añadir, a renglón seguido, que «el presidente del Gobierno no se equivoca en nada».
Dicho esto, sin embargo, volvió a la casilla de partida e insistió en que hay que «reducir, privatizar o suprimir» todos los servicios que no tiene que prestar «necesariamente» el Estado. Aguirre no precisó más, pero entre los asistentes al acto en la sede del Gobierno regional se recordaban sus apuestas por la privatización sanitaria y educativa, y dejar para el Estado solo las Fuerzas Armadas, la seguridad y poco más.
Solo hubo una voz crítica con Aguirre y procedió del portavoz de la Junta de Castilla y León, José Antonio de Santiago, quien sostuvo que la exgobernante, «en su afán de ser un verso suelto (dentro del PP), se ha convertido en un poema».