Sociedad

Stephen Hawking polemiza sobre la intervención de Dios en el origen del Universo

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nadie debe caer en el engaño. Su aspecto puede parecer frágil pero la fuerza de su mente alcanza cotas inimaginables de raciocinio. A sus 71 años Stephen Hawking lleva décadas postrado en una silla de ruedas y obligado a comunicarse por medio de un aparato electrónico debido a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que le diagnosticaron con tan solo 21 años. Entonces los médicos le concedieron entre 3 y 4 años de vida. El mal sin cura que sufre no ha impedido a Hawking mantener una hiperactiva vida académica y personal, durante la que ha contraído matrimonio en tres ocasiones y tenido tres hijos.

En cada una de sus apariciones públicas deja tras de sí un reguero de teorías científicas que no dejan indiferente a nadie, ya sea para apoyarlas o para rebatirlas. La semana pasada una de sus frases volvió a ocupar las portadas de los periódicos y levantó no pocas iras entre los defensores del Creacionismo. «El Universo no necesitó ayuda de Dios para existir», defendió de forma tajante el físico, quien ya mantuvo anteriores tensiones con la religión cuando aseguró que «la vida más allá de la muerte es un cuento de hadas» porque el cerebro no es más que un ordenador que tarde o temprano deja de funcionar.

También la semana pasada hizo referencia a la necesidad de buscar nuevos mundos para asegurar la supervivencia de la raza humana: «No debemos dejar de ir al espacio, por el bien de la humanidad. No creo que podamos sobrevivir otro millar de años sin escapar de este frágil planeta». Ciertamente al escuchar sus discursos no puede afirmarse que Hawking sea el prototipo de optimista antropológico al estar plagados de referencias a la capacidad de destrucción innata del hombre. Así, formula que «el peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente o al prójimo aumenta a mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder».

Vaticina que para 2026 una expedición humana se dirigirá a la Luna y 20 años más tarde dispondrá de los componentes tecnológicos para fundar la primera colonia en Marte. Y eso que «solo somos una raza avanzada de monos en un planeta menor de una estrella promedio. Pero podemos entender el universo, lo que nos hace muy especiales».