La canciller alemana, Angela Merkel, junto a su ministro de Economía, Philipp Roesler, tras la última reunión del gabinete. :: KAY NIETFELD / EFE
Economia

Europa resolverá a finales de junio si da luz verde a una nueva estrategia

Los países del sur recaban apoyos para un cambio de modelo que podría consolidarse en 2014 con las presidencias de Grecia e Italia

MADRID. Actualizado: Guardar
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En dos meses se conocerá si los cantos de sirena escuchados en los últimos días sobre un posible cambio de estrategia económica en la Unión Europea van realmente en serio o se trata de un nuevo ejercicio de ese «quiero pero no puedo» que tanto se ha criticado desde algunos socios comunitarios estos años de crisis. El Consejo previsto para los próximos 27 y 28 de junio debería resolver esa duda, aunque no está claro que lo vaya a hacer por la persistencia alemana en no ceder un ápice en la política de ajustes.

Y no es que no pudiera necesitarlo en la práctica como gran potencia exportadora, es que en términos políticos difícilmente se lo podría permitir ahora. Con los comicios federales del 22 de septiembre cada vez más cerca, la canciller Angela Merkel parece obligada a reforzar su imagen de guardián de las esencias de la austeridad presupuestaria.

Los países del sur -y no solo ellos- son conscientes de esta situación y prefieren ser pragmáticos, es decir, saben que ahora no pueden conseguir el visto bueno alemán a un giro importante que si sería posible a finales de año. Sin embargo, tampoco se van a quedar de brazos cruzados y quieren dejar ya sentadas las bases del cambio en la cumbre europea de finales de junio. «En las cuestiones comunitarias se escenifica casi a la perfección ese refrán de que las cosas de palacio van despacio», advertía en los últimos días un diplomático español con más de 20 años de experiencia en Bruselas.

No olvidemos que en esta crisis han sido frecuentes y numerosas las criticas hacía la UE por actuar «demasiado tarde» y hacer «demasiado poco». El hecho, además, de que la siguiente presidencia semestral recaiga en Lituania, un país fuera del euro y sin lazos especiales con los Estados del sur, hace prever que no será precisamente beligerante con las políticas de austeridad impuestas desde Alemania. Por eso, Irlanda -con el apoyo de países como Francia, España e Italia- pretende llevar a esa cumbre un paquete de medidas que, en la práctica, supondrían dejar en un segundo plano los ajustes presupuestarios. La clave es cómo financiar algunas de ellas, cuyo objeto es básicamente inyectar más dinero en la economía. A este respecto, el papel que pueda jugar el Banco Central Europeo (BCE) resulta fundamental.

Otro soporte clave llegaría de los propios Estados miembros, a los que se está dando más plazo para cumplir con el objetivo de déficit a fin de que tengan algún margen para que no todo sea apretarse el cinturón. Las prorrogas concedidas a Francia, Portugal y España, a cambio de que pongan mayor énfasis en las reformas, son buen ejemplo de ello.

Y para evitar un posible veto alemán, e incluso de otro países del centro y el norte de Europa, se pretende acompasar los plazos pensando en que en 2014, ya con nuevo canciller -o la misma, aunque sin presión electoral-, las presidencias consecutivas de Grecia e Italia darían el empuje definitivo. Para ello será necesario un verdadero ejercicio de la famosa «realpolitik» germana, primando los intereses más prácticos.