Letta intenta dar una señal de cambio con un Gobierno joven y récord de mujeres
El PD se la juega en un Ejecutivo inédito con Berlusconi y Monti, la última ocasión para salvar la credibilidad de la política de Italia
Actualizado: GuardarItalia se adentró ayer en territorio desconocido con un Gobierno nunca visto ni imaginado entre izquierda y derecha, al que se sumó la coalición centrista de Mario Monti. Enrico Letta, número dos del Partido Demócrata (PD), líder improvisado tras la dimisión de Pierluigi Bersani por las graves divisiones de la formación, aceptó ayer el cargo de primer ministro. Le fue asignado el miércoles de forma provisional por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, para que verificara si podía reunir una mayoría parlamentaria. Después de tres complejos días de negociaciones ha ensamblado un Ejecutivo en el que tendrá de segundo al número dos de Silvio Berlusconi, Angelino Alfano. Es una extraña pareja para un paso histórico que, en un escenario idílico, podría superar la hostilidad entre derecha e izquierda en las dos décadas dominadas por el 'Cavaliere'. Desde luego significa un relevo generacional. Letta solo dijo ayer que sentía «una sobria satisfacción». Aquí nadie tira cohetes. Giorgio Napolitano remachó que «es el único Gobierno posible».
Aunque este Ejecutivo nace rodeado de malos augurios y dificultades, por fin algo se mueve. El caótico resultado electoral ha tenido parada Italia durante 61 días. Pero son más de cuatro meses si se cuenta el tiempo muerto desde que Monti presentó su dimisión al frente del Gobierno técnico en diciembre, después de que Berlusconi le retirara su apoyo. Letta, que mañana se presentará ante el Parlamento para pedir el voto de confianza, anunció ayer una lista de 21 ministros con nueve del PD, cinco del PDL de Berlusconi, tres de la formación de Monti, tres técnicos y una de otro partido pero que suele ir por libre, Emma Bonino, que será titular de Exteriores.
Bonino es una de las siete mujeres del gabinete, un récord en la historia italiana, cuatro más que en el anterior Gobierno. También es la primera vez que una mujer ocupa la cartera de Exteriores e Italia estrena su primera ministra de color, Cécile Kyenge, de origen congolés, que se encargará de Integración. El otro rasgo marcado del Ejecutivo de Letta es su juventud, para los cánones italianos: una edad media de 53 años, diez menos que el predecesor. Todas son pequeñas revoluciones para Italia. Aunque por ahora solo sean de fachada, son señales apreciables de Letta a la opinión pública de que las cosas van a cambiar.
Napolitano ya pensó mucho la elección de Letta, de 46 años -24 menos que Monti, y 30 menos que Berlusconi- para imponer un cambio de edades y caras a un país harto de sus políticos y que pide a gritos una renovación. Letta ha seguido esa impronta para derribar dos rasgos inequívocos del poder en Italia: es machista y gerontocrático. Es lo mínimo y lo primero que podía hacer en su primera decisión para no defraudar desde el principio las ya escasas expectativas con que se mira a su Gobierno. Es una alianza contra natura que todos dijeron que no harían, sobre todo el PD. Muchos electores del centroizquierda lo viven como una traición imperdonable y, salvo milagro y que este Ejecutivo dé frutos, el PD puede sufrir una sangría salvaje de votos en las próximas elecciones.
Cargos de segunda fila
Por todo ello Letta se ha preocupado también de no incluir en su lista ningún miembro destacado o reconocible de los dos grandes partidos, sino jóvenes valores o cargos de segunda fila. Tanto para evitar malestar en ambos bandos como para dar una impresión de recambio en los ciudadanos. El crucial ministerio de Economía, el más delicado de negociar, ha ido de forma salomónica a un técnico respetado, Fabrizio Saccomanni, director general del Banco de Italia. También en Justicia, otra cartera clave estando Berlusconi de por medio con sus intentos de deformar la ley a su favor, se ha optado por Anna Maria Cancellieri, la única que repite en el cargo del anterior Ejecutivo técnico. Lo mismo ocurre con otra silla caliente en la actual situación de conflicto social, la de Trabajo, en la que se sentará el director del instituto nacional de estadística, Enrico Giovannini. Entre las poltronas importantes el 'Cavaliere' se ha llevado Interior, con el propio Alfano al frente, y otro ministerio decisivo en este momento, el de las Reformas Constitucionales. Su titular será Gaetano Quagliariello, con la misión de diseñar una nueva arquitectura institucional de Italia, una de las prioridades de este Gobierno para sanear y agilizar el sistema político.
En realidad lo que más distingue a este singular Ejecutivo es que aglutina a casi toda la vieja clase política unida en el mismo barco en un último viaje que decidirá su destino. Puede significar su salvación o su naufragio definitivo, ante un país que los observa sin hacerse ilusiones, que apenas los soporta, les retiró millones de votos en las elecciones y que colocó como segunda fuerza política al movimiento de protesta del cómico Beppe Grillo, cuyo objetivo es mandarles a todos a casa y dar un vuelco al sistema. Si fracasan, si esto no va en serio y no toman medidas drásticas para regenerar la vida política italiana, se celebrarán nuevas elecciones que pueden ser la puntilla final para los partidos tradicionales. Y que darán aún más alas al cabreo colectivo que representa Grillo, que se reforzará en la oposición. De momento, este Gobierno parece darle la razón cuando decía que votar PD o PDL era lo mismo.