Economia

«Hemos ido al escenario más prudente para ganar credibilidad en la reducción del déficit»

El ministro asegura que se creará empleo neto en el segundo semestre de 2014 y que bastará crecer el 1% para no destruirlo Luis de Guindos Ministro de Economía y Competitividad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La entrevista con el ministro de Economía, Luis de Guindos, se celebra el viernes a última hora de la tarde, después de un Consejo de Ministros donde se ha aprobado el nuevo cuadro macroeconómico que presenta un futuro sombrío, especialmente en los datos de paro. Se dice que un ministro de Economía no puede ser pesimista; sea por el cargo o por su carácter, Luis de Guindos (Madrid, 1960) le quita hierro a las cifras y asegura que «la realidad va a ser mejor que las previsiones».

-Oyéndole en la rueda de prensa del Consejo de Ministros parecería que hay que ser optimista a pesar de cómo han empeorado las previsiones económicas.

-Lo que hemos incluido en el programa de estabilidad no intenta ser un pronóstico de lo que puede pasar en la economía española de aquí a 2015 o 2016. Son unas variables extremadamente prudentes para otorgar credibilidad a la senda fiscal. Sé que es fácil interpretar lo que aparece en el plan de estabilidad como la proyección de aquí a final de la legislatura, pero no es ese el objeto. Se trata de tener unas proyecciones extremadamente prudentes de crecimiento y también de paro para que la reducción del déficit sea muy creíble.

-Entonces, tenemos que interpretar que el año que viene podemos crecer más del 0,5% que viene en el cuadro macroeconómico.

-Por supuesto. El 0,5% es una hipótesis que está en el consenso del mercado. No es una proyección de lo que puede ocurrir el año que viene, sino que ponemos una tasa de crecimiento de la que nadie pueda decir luego que es exagerada. La realidad va a ser mejor que las previsiones. Hemos ido al escenario más prudente para ganar credibilidad en la reducción del déficit.

-Así que lo que han hecho es empeorar lo que piensan que va a pasar para que todos confíen en que de verdad se va a cumplir el objetivo de déficit esta vez. ¿Habían forzado antes las previsiones?

-El -0,5% de este año lo sacamos en julio del año pasado, cuando el FMI nos estaba dando el -0,6%, así que estábamos en línea. El Gobierno modifica sus previsiones cuando toca, y toca cuando presenta los Presupuestos Generales del Estado y cuando revisa el programa de estabilidad. El cambio del -0,5% al -1,3% no es muy diferente al que ha hecho el FMI o la Comisión Europea porque ha habido un empeoramiento de la economía mundial. Yo creo que al final va a estar más cerca del -1% que del -1,5%.

-Cuándo presenten los presupuestos del año que viene, ¿volverán a cambiar las previsiones?

-Sacaremos el cuadro macroeconómico de los presupuestos en julio y entonces, veremos. No creo que cambie mucho, pero si la percepción es distinta se modificará. Las proyecciones no son inamovibles.

-En el cuadro se asume que el Gobierno no va a conseguir bajar el paro y acabará la legislatura con una tasa de paro peor que con la que empezó (25,8% en 2015).

-Vamos a ver lo que pasa en los próximos dos años y medio.

-Pero en estos momentos, eso es lo que se asume.

-El planteamiento que estamos haciendo en el plan de estabilidad es que el paro acaba por debajo del 25% en 2016. Pero eso es consecuencia de la intersección de dos variables: la primera es la evolución del empleo, que empezará a crearse el año que viene, prevemos que en el segundo semestre de 2014 haya creación neta de empleo; la segunda es la evolución de población activa. Lo que hacemos es ponernos en el peor de los mundos para que, si luego hay sorpresas, sean sorpresas positivas.

-Teniendo en cuenta que el presidente aseguró que cuando gobernara bajaría el paro y no subiría los impuestos, y ninguna de ellas se ha cumplido, ¿sigue pensando que la política económica funciona y no hay que cambiarla?

-La política económica siempre tiene que tener una continuidad y ser predecible, no puedes estar cambiando.

-No está siendo predecible.

-Yo creo que sí. El Gobierno lo que ha tenido que hacer con su política económica es intentar evitar en momentos muy delicados situaciones extremadamente difíciles, como en abril-mayo del año pasado, con la situación de los bancos, y en julio cuando España estaba en una situación límite en la que podía perder el acceso al mercado. No llegó a ocurrir. España hace un año iba abocada directamente a un rescate y eso se ha conseguido evitar. Los riesgos hoy son mucho menores que a principios de 2012. Lo que ha caído el PIB en España no es superior a la media europea, lo que sí es muy superior y tremendamente desalentador es la destrucción de empleo. Eso se debe al peso de la construcción, un sector intensivo en mano de obra, y al funcionamiento del mercado laboral, que mientras se destruía empleo se seguía aumentando los salarios. Eso se ha intentado corregir con la reforma laboral, introduciendo más flexibilidad interna.

-Y, sin embargo, se ha seguido destruyendo empleo.

-Estoy convencido de que la reforma laboral está moderando el impacto de la recesión en el mercado de trabajo y que sería mucho peor la situación con la regulación laboral anterior.

-¿A partir de qué nivel de crecimiento se empieza a crear empleo con las nuevas condiciones?

-Tradicionalmente se ha dicho que España tenía que crecer en torno al 2% para crear empleo y, con la reforma laboral, yo creo que se ha reducido al 1%.

-¿Cuánto empleo neto se puede crear creciendo solo el 1%?

-Lo importante es que con ese nivel ya no se destruirá empleo, sino que habrá creación neta.

-¿España había perdido credibilidad en la reducción del déficit al no cumplir el objetivo?

-Ha reducido el déficit estructural y por eso no nos han aplicado el procedimiento de déficit excesivo. Este año, el objetivo es el 6,3%, que es una cifra negociada con la Comisión Europea. Son 20.000 millones menos de ajuste, lo que no significa que no se vaya a hacer un esfuerzo.

-El gasto en desempleo va a superar lo previsto.

-Al haber más paro, va a subir el gasto. También hay elementos positivos como la deuda, que está bastante más barata y da cierto margen, o la inflación, que puede bajar del 1,5% ya en abril y eso afecta a muchos gastos. Por ejemplo, las pensiones más bajas han subido este año un 2% y van a ganar poder adquisitivo.

-El año pasado los pensionistas perdieron poder adquisitivo porque no se compensó la desviación del IPC.

-Pero este año la inflación puede acabar el año por debajo del 1%.

-La inversión cae este año y el próximo, el consumo privado está anémico y disminuye el de las AAPP. Pero en el plan de reformas no hay medidas de estímulo económico.

-Sí las hay, lo que no podemos pensar es que las medidas de estímulo son presupuestarias. Es ineludible que se reduzca el déficit público porque partíamos de un déficit muy alto y nos hacía muy vulnerables en financiación. Este año, entre renovaciones y nuevas emisiones, tenemos que financiar 230.000 millones de euros. ¿Qué es lo que mira un inversor a la hora de decidir si nos da dinero? El volumen de déficit y el crecimiento, y las dos variables tienen que estar acompasadas. La senda que hemos reflejado recoge la reducción del déficit a un ritmo adecuado para evitar una caída más intensa de la actividad.

-¿Cómo se puede defender la lucha contra el fraude fiscal cuando se aprueba una amnistía que beneficia a personas como Bárcenas?

-Independientemente de la amnistía fiscal y sus efectos, lo de Bárcenas me parece absolutamente rechazable y deleznable.

-Se han cometido muchas estafas en el sector financiero, entre otras la comercialización de preferentes en muchos casos. ¿Hay responsabilidades políticas?

-Cometimos el error de no recapitalizar a la banca española cuando lo hizo el resto de Europa, en 2008 y 2009, lo que hubiera sido menos costoso y traumático. Una parte del sistema se recapitalizó a través de las preferentes, un producto complejo que no se puede colocar masivamente en la red comercial. Se han cometido errores, pero estoy convencido que a través de los sistemas de arbitraje se van a devolver las inversiones que de buena fe se hicieron. Cuando se ha tratado de un pequeño inversor que ha sustituido una cartilla o un depósito por preferente es un síntoma clarísimo de que ha habido una comercialización incorrecta.