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La fecundación in vitro divide al Gobierno polaco y lo coloca al borde de la ruptura

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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La polémica que ha generado en el seno del Gobierno de centroderecha polaco la fecundación in vitro (FIV), se saldará próximamente con el abandono del cargo del ministro de Justicia. Jaroslaw Gowin, que representa el ala más conservadora de la gobernante Plataforma Cívica (PO), lleva meses enfrentado a Tusk y a las corrientes moderadas y laicas de dicha formación política, que recibe el apoyo de una mayoría de votantes, desde conservadores y liberales a electores de centroizquierda.

Siguiendo las recomendaciones de la Iglesia católica, Gowin rechaza la posibilidad de que la FIV sea legalizada, aunque esta práctica se lleva a cabo en numerosos centros médicos privados. Ante la ausencia de una ley que la regule, el Gobierno de Tusk decidió en marzo adoptar una norma que durante un periodo de tres años, a partir del 1 de julio, financiará este método a 15.000 parejas que lo necesitan.

Lo anunció el ministro de Sanidad, Bartosz Arlukowicz, lo que provocó un fuerte malestar entre los sectores católicos más conservadores dentro de la PO. Esta disposición arreció el conflicto entre Tusk y su ministro de Justicia, quien, según el diario Gazeta Wyborcza, «mentalmente está ya fuera del Gobierno». Citando fuentes del socio gubernamental de la PO, el PSL (antiguo Partido Campesino), el rotativo señala que «la dimisión del ministro de Justicia es hoy más probable que después de la pelea sobre las parejas de hecho: Tusk tiene que demostrar que controla el partido y el Gobierno».

Desgaste político

El pasado miércoles, el primer ministro reconoció que tiene «un problema» con Gowin, después de que el titular de Justicia denunciara la existencia de un presunto tráfico de embriones entre Polonia y Alemania, práctica prohibida por Berlín. Gowin, para defenderse, acusó a los medios de haber manipulado sus palabras y aseguró que basa su denuncia en informaciones que recogió hace un lustro de médicos polacos.

Donald Tusk, que lleva más de cinco años en el poder, ha sufrido un desgaste político importante en la última etapa. El primer ministro se enfrenta a los ataques de la oposición ultraconservadora, representada por el partido Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczynski, y de los sindicatos, sobre todo del Solidaridad, y tiene que hacer frente al descontento de la población debido al deterioro de la situación económica y la situación desastrosa de los servicios públicos.