Berlusconi ya marca la agenda de Letta en un Gobierno que se hace cuesta arriba
Las negociaciones para un insólito Ejecutivo de unidad chocan tanto con vetos del magnate como con náuseas en la izquierda
ROMA. Actualizado: GuardarNo hay que engañarse, Italia dio sólo un mínimo paso el miércoles al contar ya con un primer ministro 'in pectore', Enrico Letta, del Partido Demócrata (PD) de centroizquierda, pero lo importante y lo realmente difícil es que logre poner en pie un Gobierno contra natura en el que conviva con la derecha, y no cualquier derecha, sino la de Silvio Berlusconi. Solo así podrá aceptar el cargo con garantías. Si falla este plan, que no es el 'B', sino quizá ya el 'Z', parece inevitable celebrar nuevas elecciones. De momento las negociaciones de Letta se han revelado tan complejas como se temía y se han alargado al día de hoy. «Todavía harán falta muchas más horas», advirtió ayer al final de la jornada tras admitir «diferencias significativas» con el partido del magnate, aunque se declaró «satisfecho». Aún no es seguro que acuda mañana, como se preveía, a informar de su decisión al presidente, Giorgio Napolitano.
En teoría la severa bronca que el jefe de Estado echó a los partidos el lunes, al tener que jurar de nuevo el cargo con 87 años por la incapacidad de los políticos de pactar ni siquiera su sustituto, debería surtir efecto y que salga un Gobierno sea como sea. Pero en Italia nunca se sabe, no hay que subestimar nunca la bajeza de sus políticos. Letta ya advirtió anteayer, al ser llamado por Napolitano, que el gabinete «no nacerá a cualquier precio». Pero ya desde ayer empezaron a ponérselos. Berlusconi, naturalmente.
Letta cumplió su ronda de consultas con todos los partidos y se pensaba tener ya hoy un cuadro claro de la situación, pero uno de los principales factores de esta dilatación de los tiempos es muy revelador: Berlusconi se ha ido a Estados Unidos, a la fiesta de viejos amigos de George W. Bush para inaugurar su biblioteca, y sin él no se mueve nada. Así que todos a esperar, cuando se cumplen ya 60 días de unas elecciones desastrosas que aún no han dado un Gobierno. Las ganó el PD de Pierlugi Bersani, pero sin mayoría en el Senado y se ha vuelto loco estos dos meses para dar con una salida. Acabó también desquiciado su partido, con graves divisiones internas, y él dimitió hace una semana.
Al final han tenido que tragar con la peor de sus pesadillas, un Gobierno con Berlusconi, que ahora se puede permitir hacerse el difícil, pues el PD está hundido y él encabeza los sondeos. Sin acuerdos será inevitable ir de nuevo a las urnas y echaría al centroizquierda la culpa del fracaso. Desde Dallas, 'Il Cavaliere' empezó a marcar la agenda de Letta. Puso como condición antes de empezar a hablar que se acepten ocho puntos básicos de su programa, la mayoría de tipo económico y en parte asumibles por el PD. Hay un consenso general en que abordar la emergencia de la crisis y reformas para sanear la vida política son los dos pilares del nuevo Ejecutivo, de duración seguramente limitada. Sin embargo Berlusconi incluye su controvertida promesa electoral de eliminar el odiado impuesto sobre la vivienda introducido por el Gobierno técnico de Mario Monti. Y también otro punto tan polémico como su eterna reforma de la Justicia, dentro de su guerra personal con los tribunales, o algo tan alejado del PD como su propuesta de cambiar la Constitución para reforzar los poderes del primer ministro y elegir de forma directa el jefe de Estado.
También ha exigido una cuota de ministros de peso. A última hora, no obstante, se mostró conciliador, o tal vez era su cara de poli bueno: «No quiero ni pensar en la posibilidad de que Letta fracase». La delegación del PDL, tras dos horas de reunión con el potencial primer ministro, se mostró «satisfecha» pero avanzó, en consonancia con el análisis de Letta, que «quedan cuestiones por resolver».
División en el PD
El papelón de Letta es que por el otro lado tiene en el cuello a su propio partido. Pactar con Berlusconi y estar sometido a sus dictados es un trauma monumental para el PD y no está nada claro que no vaya a tener graves consecuencias. En el partido, fusión de las siglas herederas del histórico Partido Comunista y formaciones progresistas de centro, vuelan cuchillos y fermentan escisiones.
El síntoma más claro, y paradójico, es que si se llega a formar Gobierno ya es seguro que parte del PD no votará a favor de darle la confianza. Varios de los diputados que preferían haber buscado acuerdos con el movimiento de protesta Cinco Estrellas (M5S) de Beppe Grillo, segunda fuerza por sorpresa en los comicios, adelantaron ayer que no apoyarán en su vida un Ejecutivo en el que esté Berlusconi o alguno de sus secuaces destacados.
En el frente de las tortuosas relaciones del PD con Grillo, Letta aceptó ayer que la reunión con la delegación de M5S fuera retransmitida en directo por internet, una de las exigencias del movimiento en su pretensión de transparencia en la vida política. Es algo a lo que ya accedió Bersani y fue visto por el sector crítico con Grillo como una humillación, además de causar todo tipo de burlas y acusaciones al M5S de ser unos infantiloides.
Letta les prometió que va en serio con su intención de hacer limpieza en el sistema, con medidas como el fin de la financiación pública descontrolada de los partidos y la reducción de parlamentarios. Les instó a «descongelarse» y estar abiertos a colaborar. Los 'grillinos' respondieron que esperarán a verlo para creerlo, pero concedieron el apoyo a medidas que les parezcan justas.