Serio y en monovolumen
ROMA. Actualizado: GuardarLa imagen que quedó ayer de Enrico Letta fue verle entrar solo en el palacio del Quirinale, sede de la presidencia de la República, conduciendo su monovolumen, un Fiat Ulysse. Para los barroquismos y el clasismo de Italia es algo rompedor y que dio una señal positiva de cambio. Ni cochazo, ni chófer, ni aires. Letta, casado con una periodista del Corriere della Sera y padre de tres hijos, es alguien muy normal, siempre serio y con los pies en el suelo. Nunca se le ha visto gritar ni perder los papeles en debates televisivos, caso raro en la política italiana. Por otro lado tampoco los ha frecuentado mucho. Nunca se ha expuesto demasiado y ha trabajado en la sombra, llegando rápido a puestos de responsabilidad en cuatro Gobiernos -Ciampi, 1996; D'Alema, 1998; Amato, 2000 y Prodi, 2006-. También ha sido diputado europeo.
Al margen de ideologías lo primero que le marca ante la opinión pública es su edad. Supone una ruptura generacional que la calle pide a gritos y también de época, pues Letta llegó a la política después de la llamada Primera República, el periodo que se cierra con el cataclismo político de 1992 por la operación contra la corrupción de 'Manos Limpias'. Los dos líderes que han gobernado Italia estos últimos veinte años eran extensiones directas de esa fase: Silvio Berlusconi, amigo del socialista Bettino Craxi, y Romano Prodi, exdirigente democristiano.
Letta, nacido en Pisa y licenciado en Ciencias Políticas, tras terminar la carrera entró en política a partir de 1990 como discípulo de un peso pesado democristiano, Nino Andreatta. La caída de la DC le llevó a una de sus siglas herederas, el PPI, que confluyó en El Olivo, la gran coalición de centroizquierda germen del actual PD. Pero tiene un curioso nexo de unión con Berlusconi, además de ser del Milan: su tío, Gianni Letta, es el gran cerebro en la sombra de 'Il Cavaliere'. Por eso suele ser conocido como 'el otro Letta', pero si es primer ministro quizá el mote pase a su tío.