Recuperar la esencia sindical
Mientras se le torcía el futuro a 159 familias andaluzas, Pastrana pagaba 800 euros por una comida en Sudáfrica
Actualizado: GuardarA estas alturas es evidente que nadie es intocable en este país. No lo es la Casa Real, tampoco el Gobierno. Cualquier institución pública debe ser fiscalizada por el pueblo y la justicia. Ya no caben suspicacias. Informar sobre las grandes incoherencias en las que está incurriendo una de las dos grandes centrales sindicales de este país, no es un ataque al sindicalismo. Afirmar eso es considerar que UGT y CCOO constituyen por si solos el movimiento sindical español cuando existen, cada vez más, organizaciones del mismo ámbito, que en muchos casos nacieron a partir de exsindicalistas de ambas centrales, desencantados por cómo se estructuran y funcionan, tanto a nivel interno como de cara a los afiliados. Esa proliferación de sindicatos profesionales, una realidad incómoda para las grandes centrales, es la manifestación clara de que no atraviesan por un buen momento ni UGT ni CCOO. Eso, el descenso de la afiliación y la pérdida de capacidad de movilización social son otros síntomas de que las cosas no se están haciendo bien. Toca no sólo autocrítica, urge una reforma integral de esos grandes sindicatos, reconvertidos en mastodónticas maquinarias burocráticas, tan alejadas de la esencia. No sólo porque los trabajadores los necesitan, sino porque mueven al año millonarias cantidades de dinero público en subvenciones. Y esta dura coyuntura económica debe dejarnos una enseñanza: cuidar y controlar hasta el último euro que sale del contribuyente.
La crisis está sacudiendo tan fuerte que las vergüenzas están quedando al aire. Las faldas que tapaban todo con el fino velo de la bonanza económica, se han caído y la sociedad está viendo que organizaciones como UGT despide a sus trabajadores, aplicando una reforma laboral para la que piden movilizarse en contra de ella. El ERE ha acabado en los tribunales, donde se han aportado pruebas del despilfarro en el que incurren los liberados de la cúpula; mientras los trabajadores, cuyas vidas laborales dependían de sus puestos en el sindicato, se quedan en la calle o con sus nóminas recortadas. El colmo de la desigualdad, tan impropia en una organización sindical, es que el mismo día que se les torcía el futuro a 159 familias andaluzas, Pastrana pagaba con su VISA ORO de UGT 800 euros en una comida en Sudáfrica.