PAN Y CIRCO

ARENAS MOVEDIZAS

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Nunca fue el Álvarez Claro de Melilla una plaza sencilla para los visitantes, para los que ganar allí siempre ha sido complicado. Feudos como el melillense o el Alfonso Murube de Ceuta no suelen ser fáciles para los foráneos, que llegan a tierras norteafricanas después de un rocambolesco viaje. Y es que, viajar a Melilla implica estar preparado para una larga travesía náutica o emprender un intenso vuelo (los que han utilizado esta vía saben que no es un vuelo al uso), opción esta última que suelen seleccionar los equipos de la Península Ibérica.

Al fin y al cabo, el viaje a Melilla es especial en una categoría de bronce que no se concibe sin la presencia de un equipo azulino que en los últimos años ha dado quebraderos de cabeza por su fortaleza. Bien es cierto que esta temporada no estamos ante el Melilla de campañas precedentes, pero también lo es que supera en la clasificación al Cádiz, algo que, por desgracia, suele ser habitual este curso.

También se puede hablar del horario matinal del encuentro, opción que tampoco dio sus frutos en el último partido disputado por el equipo de Agné a esa hora, aunque los amarillos fuesen mejores que el Albacete en un partido que sirvió para que el equipo gaditano se olvidara por completo de su utópica idea de ascenso.

Viaje, rival, horario... A fin de cuentas, diversas circunstancias que no pueden servir como excusa a un Cádiz que necesita sumar para acabar de una vez por todas con los fantasmas del pasado. De no lograrlo, el equipo de Agné afrontará con mucha tensión, quizá demasiada, un final liguero de auténtico infarto.

Y no es que este Cádiz no tenga plantilla para permanecer en Segunda B (otra cosa inviable sería hablar de ascenso), es que este equipo puede entrar en una situación en la que los grandes no saben moverse. Ya le pasó al Villarreal, al Atlético, al Sevilla, al Betis... o al mismísimo Cádiz cuando descendió a Segunda B en el Rico Pérez.