
El FBI ya tiene un sospechoso
Un hombre con una bolsa de deporte oscura parece portar una bomba en una imagen tomada por un comercio en el lugar de la segunda explosión
BOSTON. Actualizado: GuardarLa cámara de unos grandes almacenes ubicados en la calle Boylston, donde se produjeron el lunes los atentados que mataron a tres personas e hirieron cerca de 200, habría revelado al FBI la imagen del autor. Un hombre que transporta una bolsa de deporte oscura, presuntamente con una bomba casera, hecha con una olla a presión de la marca Fagor y llena de explosivos y puntillas a modo de metralla, aparece en la escena de la segunda explosión y la deja sobre la acera, frente al restaurante Forum. Las tomas de una televisión local corroborarían las de los grandes almacenes, proporcionando así una imagen nítida del autor, cuya detención muchos esperan de forma inminente. La Policía asegura haber hecho «progresos significativos».
El presidente Barack Obama llegará hoy a la ciudad, acompañado de su esposa, para participar en los servicios religiosos interconfesionales en honor de las víctimas. Nadie duda de que el Gobierno querría tener ya una cara que mostrar a los estadounidenses que piden respuestas al primer atentado terrorista que se produce en EE UU desde el 11-S. No había ayer indicaciones de cuáles son los nexos o las motivaciones que habrían guiado al sospechoso, aunque más de una televisión se había apresurado a especular con ellos.
La cadena CNN incluso llegó a asegurar que ya estaba en custodia y en camino del Tribunal Federal de Boston, lo que provocó en pocas horas una nube de periodistas que aguardaban al supuesto detenido y una amenaza de bomba que obligó a la evacuación del tribunal. Con tanto sufrimiento desperdigado en la línea de la meta del maratón, orgullo de la ciudad, son muchos los que claman venganza, ansiosos de saber a dónde dirigirla.
Obama, sin embargo, intentará hoy resucitar para este atentado el espíritu del 11-S, destacando la solidadaridad de los bostonianos en esos momentos de horror. Las iglesias abiertas para acoger a los corredores en pantalón corto, sin una chaqueta que ponerse; los ciudadanos que les prestaron sus teléfonos móviles para tranquilizar a sus familiares; los musulmanes que se organizaron para donar sangre, y los muchos médicos y enfermeras que se presentaron voluntarios en el hospital en su día libre serán los protagonistas del discurso presidencial. Su misión, devolver la confianza a su pueblo y recordar que los terroristas sólo ganan cuando cunde el pánico.
Evacuaciones
A su pesar, eso era lo que se había extendido ayer por EE UU. Como en los meses que siguieron al 11-S, las cartas con sustancias sospechosas volvieron a provocar evacuaciones y grandes operativos policiales. En aquella ocasión era ántrax, en esta ricina. La primera, que se encontró el martes, iba dirigida al congresista republicano de Mississippi Roger Wicker, pero ayer el peligro llegó hasta las puertas de la Casa Blanca. El sobre con ricina y matasellos de Memphis (Tennessee) iba dirigido al presidente Obama, pero los protocolos de seguridad permitieron detectarlo antes de que llegase a la avenida Pensilvania. La correspondencia de la Casa Blanca se recibe en un edificio militar a las afueras de Washington DC, donde se evalúa y se escanea para descartar amenazas.
La noticia, en la que la Casa Blanca no ve relación alguna con los atentados de Boston, desató la preocupación y provocó una ronda de alarmas en el Capitolio. Dos alas del Senado fueron evacuadas al encontrarse dos «paquetes sospechosos», uno de ellos frente a la oficina del senador Richard Shelby de Alabama, y otro en el atrio del edificio Hart. Más tarde ambos edificios fueron reabiertos sin que se sepa si hubo algo que temer.
Otros senadores que dicen haber recibido cartas sospechosas son el demócrata Joe Manchin, líder de las negociaciones sobre control de armas, y el republicano Jeff Flake. Entre medias, un visitante con una mochila con cartas fue detenido por la Policía del Capitolio para interrogarlo profusamente, aunque no llegó a producirse un arresto.
«Si ves algo, di algo»
El famoso «si ves algo, di algo», que suena en el metro de Nueva York desde los atentados de Atocha, se ha grabado esta semana en la cabeza de todos los estadounidenses, dispuestos a evitar el próximo ataque. Así es como la presencia de ciudadanos que hablaban árabe en al menos dos vuelos habrían provocado el retraso de los mismos, sin mayor causa.
La Policía patrulla los trenes entre Nueva York, Washington DC y Boston escudriñando a cada pasajero en busca de terroristas potenciales, mientras que la Guardia Nacional hace los propio en las vías del metro de Boston, donde también registra los bolsos de quienes entran en el suburbano. Las tanquetas militares por las calles de esta emblemática ciudad de Nueva Inglaterra terminan de poner la nota tétrica a la escena de guerra, que se agudizará hoy con la llegada del presidente.
Aunque el FBI agiliza las investigaciones en la escena del crimen, ayer todavía seguían cerradas las calles aledañas a la Plaza Copley y la estación de metro del mismo nombre. Hombres vestidos con monos blancos clasificaban cuidadosamente cada minúscula pieza de metal y cada jirón de ropa que encontraban, no sólo en las aceras, sino hasta en los tejados. En uno de ellos ha aparecido retorcida la tapadera de metal de una olla de presión Fagor que habría utilizado el autor del atentado para construir las bombas.
Cada prueba se envía a los laboratorios centrales del FBI en Virginia, para su análisis. Eso permitirá identificar cada fibra y cada resto de metal hasta poder decir incluso dónde se compró. Expertos artificieros del FBI en la Academia de Quantico intentan recomponer las dos bombas para entender con precisión todo lo que ocurrió el lunes, cuando medio millón de personas se echaron a las calles para celebrar el maratón más antiguo del mundo y muchos se encontraron de pronto en medio del caos y la muerte.