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Con derecho a olvidar

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Estupideces las hemos cometidos todos, reconozcámoslo. Yo la primera. Lo que pasa es que cuando las cometíamos hace diez años no había un 'amienemigo' que te grababa con su teléfono móvil y tiempo después lo colgaba en internet para que se enterara todo el planeta. Ni siquiera se pensaba en eso. Cuando uno se equivocaba, agachaba la cabeza un par de días y esperaba ansioso a que otra estupidez sustituyera la anterior. Como mucho, quedaba como una anécdota que tu familia y amigos de la infancia te recuerdan cada vez que tienen la menor oportunidad para sacarte una vez más los colores (los míos de hecho lo hacen) pero poco más. Lamentablemente, las nuevas tecnologías se han interpuesto en el camino del olvido de los errores cometidos tanto en el pasado como en el presente. Siempre que alguien está a punto de realizar alguna estupidez, hay algún listillo que tiene puesto su dedo sobre el botón 'Rec' para dejar constancia del suceso y poner en ridículo a la persona en cuestión. Peor es cuando a veces, es el mismo protagonista el que se encarga de ello. La cosa se torna más grave cuando los actores principales son adolescentes. Existe una total inconsciencia por parte de las nuevas generaciones del peligro, o al menos los perjuicios, que puede ocasionar un uso abusivo de la red. A menudo los más jóvenes cuelgan en youtube vídeos caseros sin dar importancia quien puede estar detrás de las pantallas que lo reproducen. O manifiestan abiertamente sus opiniones, algunas veces forzadas, a través de blogs buscando algo un poco de protagonismo o simplemente porque se aburren. Es normal, son jóvenes y están buscando su camino. Es por esto por lo que en las familias y en la escuela se debería trabajar para que tomen conciencia de que lo cuelgue hoy en las redes sociales se lo recordarán mañana. Y lo que parece insignificante hoy cobrará especial relevancia cuando se presenten a una entrevista de trabajo. Y lo que debería quedar como una anécdota entre amigos pasará a la hemeroteca de google. No habrá derecho al olvido.