Nino Bravo, en una imagen de 1970. :: EFE
Sociedad

40 años sin una voz irrepetible

Apenas un puñado de éxitos convirtió en leyenda a Nino Bravo, que falleció en un accidente de tráfico el 16 de abril de 1973

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Fue un cantante de éxito arrollador, un amante esposo y un padre entregado. Paseó el nombre de Valencia por España y América Latina, orgulloso siempre de la tierra que le vio nacer y de la que nunca se separó, él, tan humilde y familiar, tan apegado a sus orígenes como deseoso de comerse el mundo. Le bastaron tres años para poner al público a sus pies merced a una voz cálida, potente y varonil. Alcanzó la gloria en tiempo récord y, casi en un suspiro, se marchó, apagada para siempre su vida en la curva de una carretera de Cuenca mientras se dirigía a Madrid con el propósito de lanzar al Dúo Humo, un conjunto en el que había visto a unos «nuevos Beatles» y del que se había convertido en protector. Corría el 16 de abril de 1973 y Nino Bravo dejaba huérfano a un país que se había enamorado de sus temas y al que legaría cuatro discos, más uno póstumo e innumerables recopilaciones y grabaciones.

Hijo de un vendedor de seguros, sus primeros pasos laborales los daría en una joyería a la que se incorporó en calidad de aprendiz tras abandonar sus estudios. En poco tiempo era pulidor de diamantes, aunque la auténtica gema que había que moldear era él. Por entonces a Luis Manuel, su verdadero nombre, le llamaban Manolito, y en el otoño de 1961, junto a otros dos jóvenes, formaba su primera banda, Los Hispánicos, escogiendo un tema de The Platters, 'Only You', para hacer su presentación en sociedad. No les iría mal, pese a que Manolito no lograría superar el examen necesario para obtener el carné profesional de artista.

Y llegó el gran salto. Televisión Española le reclutó para 'Pasaporte a Dublín', un concurso del que habría de salir el representante español para el Festival de Eurovisión. Cayó ante Karina, pero el nombre de Nino Bravo recorrió España de punta a punta y su más reciente éxito, 'Te quiero, te quiero', le catapultó dentro y fuera del territorio nacional.

La felicidad en el plano profesional se combinaba con la personal cuando el 20 de abril de 1971, Nino Bravo se casaba con María Amparo Esther Martínez Gil, la única novia que se le conocería y con la que, un año después, tendría a su primera hija, Amparo. Con ellas pasaría los días más felices de su vida, con giras por España y América Latina y el lanzamiento de dos nuevos discos, 'Un beso y una flor' y 'Mi tierra'.

No tendría tiempo de ver publciado el último, '... y volumen 5', como tampoco de conocer a su segunda hija, Eva María, nacida el 27 de noviembre de 1973, siete meses después de la muerte del cantante. Para entonces aún no se habían apagado los ecos del apoteósico homenaje que le rindieron en la Plaza de Toros de Valencia sus compañeros de profesión.