La atomización, una tendencia que se extiende en el sur de Europa
Mariano Rajoy defiende que la estabilidad política es uno de los principales activos de España frente a la Unión Europea
MADRID. Actualizado: GuardarUn viejo refrán español alerta de que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. España, de momento, se libra de la convulsión política que han padecido nuestros vecinos. La tensión se palpa más en la calle, aunque el Gobierno insiste en recalcar la voz de la «mayoría silenciosa» de los españoles, es decir, de aquellos que no participan ni en manifestaciones, paros ni escraches.
Mariano Rajoy cuenta en todos los foros internacionales en los que participa que la estabilidad institucional y política es uno de los avales de España para luchar contra la crisis económica y, de paso, para hacer frente a las presiones de la Unión Europea.
Pero la notoria desafección política e institucional de los españoles crece día a día. Los casos de corrupción que afectan a representantes de todas las instituciones españolas generan una sensación de alarma social que el Ejecutivo quiere cortar de raíz. Por ello, ha impulsado con el resto de los grupos la negociación de la ley de transparencia. El Ejecutivo quiere convertir esta norma, en la que finalmente se incluirá a la Casa Real, en una especie de clave de bóveda contra la corrupción. Resta saber si estas acciones serán suficientes para evitar la aparición de los denominados partidos antisistema, como el que capitanea Beppe Grillo, que ha dinamitado este año el frágil equilibrio político de Italia. La irrupción del Movimiento Cinco Estrellas ha dejado en agua de borrajas el triunfo de Paolo Bersani y su coalición de centro-izquierda y, de paso, ha logrado resucitar a Silvio Berlusconi, que ha conseguido el mayor número de apoyos en el Senado.
En Grecia, el conservador Antonio Samarás se vio obligado a conformar un tripartito con los socialdemócratas del Pasok y el partido de derecha Independientes Griegos para lograr sacar adelante un Ejecutivo que tiene la difícil tarea de cumplir con la troika comunitaria sin tener que recurrir a los votos de Aurora Dorada, una formación de extrema derecha con reminiscencias fascistas.
En Francia, su sistema electoral con dos vueltas sirve de tamiz para las formaciones minoritarias. El socialista François Hollande venció con holgura al centro derecha de Nicolas Sarkozy. No obstante, cabe recordar que en la primera vuelta el Frente Nacional de Mariene Le Pen logró auparse con el tercer puesto al recibir 6,4 millones de votos. Sus mensajes populistas, en los que muestra abiertamente su rechazo a la inmigración, ya han calado en la abierta sociedad francesa.
Portugal también vivió un vuelco electoral en 2011, a consecuencia de la crisis, que permitió a los socialdemocrátas de Pedro Passos Coelho desbancar a los socialistas.