Soldados de Corea del Sur, pertrechados con máscaras de gas, se reúnen en un campo de entrenamiento militar en la ciudad fronteriza de Paju. :: JUNG YEON-JE / AFP
MUNDO

La amenaza nuclear de Corea del Norte erosiona sus relaciones con China

El principal aliado de Pyongyang califica de «muy lamentable» la decisión del régimen de Kim Jong-un de reactivar un reactor atómico

YEONPYEONG (COREA DEL SUR). Actualizado: Guardar
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Tras anular el armisticio vigente desde hace seis décadas, declarar el estado de guerra y relevar a su primer ministro, Corea del Norte se propone impulsar su programa nuclear. De ello depende la supervivencia del régimen dirigido por Kim Jong-un, que se aferra a su loca carrera atómica para mantenerse en el poder y mantener en jaque a la comunidad internacional. Con tres ensayos nucleares a sus espaldas, el último en febrero, Corea del Norte reactivará su reactor de Yongbyon, según informó ayer la agencia estatal KCNA. En teoría, el objetivo consiste en resolver la falta de electricidad que sufre el país porque la luz está racionada a unas pocas horas al día, pero el régimen no oculta que también pretende «reafirmar su fuerza armada nuclear en cantidad y calidad».

De origen soviético, este reactor de grafito data de 1986 y genera una potencia de cinco megavatios, que podrían producir al año el plutonio suficiente para fabricar una bomba atómica. Gracias a las conversaciones a seis bandas de Pekín, que incluían a las dos Coreas, EE UU, Rusia y Japón, Pyongyang se comprometió en febrero de 2007 a renunciar a su programa atómico a cambio de un millón de toneladas de combustible, ayuda humanitaria y reconocimiento diplomático. En 2008 incluso destruyó la torre de refrigeración del reactor como muestra de su compromiso, pero el acuerdo saltó por los aires poco después por los problemas que se encontraron los inspectores internacionales para verificar su desarme nuclear. Finalmente, Corea del Norte abandonó las negociaciones y volvió a las andadas lanzando un misil de largo alcance en abril de 2009, durante la cumbre por el 60 aniversario de la fundación de la OTAN, y detonando su segunda bomba atómica en mayo.

Además de volver a poner en funcionamiento el reactor de Yongbyon, que podría estar operativo en un plazo de entre tres meses y un año, el régimen norcoreano «reajustará y reiniciará» una planta de uranio enriquecido, con el que también se pueden producir artefactos nucleares e incluso de forma más fácil. En noviembre de 2010, el reputado científico estadounidense Siegfried Hecker, que dirigió el Laboratorio de Los Álamos entre 1981 y 1997, visitó el complejo de Yongbyon y vio la construcción de un reactor de agua ligera de entre 25 y 30 megavatios, así como una sala con 2.000 centrifugadoras para procesar uranio enriquecido. Su posterior informe provocó la alarma entre la comunidad internacional por los progresos que parecía haber alcanzado el programa atómico norcoreano. Según Daniel Pinkston, analista del International Crisis Group, Pyongyang dispone de plutonio para fabricar «entre 6 y 10 bombas atómicas, pero no sabemos si las pueden montar como cabezas nucleares en sus misiles, que no pueden golpear las costas americanas».

Alarde tecnológico de EE UU

En un discurso pronunciado el domingo ante el Comité Central del Partido de los Trabajadores, Kim Jong-un destacó la importancia de las armas atómicas no para atacar a Corea del Sur o a EE UU, sino como escudo ante el exterior.

Aunque Kim Jong-un contuvo la retórica belicista que ha elevado la tensión en la zona durante las últimas semanas, EE UU y Corea del Sur siguen adelante con su intención de hacer frente a sus provocaciones casi diarias. En una nueva demostración de fuerza, el Pentágono desplegó en la costa este una plataforma flotante con un sofisticado radar y, en la oeste, un destructor dotado con el sistema Aegis, capaz de detectar e interceptar misiles.

Esta escalada bélica es contemplada con preocupación por China, que recela del despliegue militar estadounidense cerca de sus fronteras. A pesar de ser el aliado tradicional de Corea del Norte y prácticamente su único sustento, Pekín ha apoyado las últimas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra su tercer ensayo nuclear. Tras albergar ciertas esperanzas de que podía volver a ejercer de mediador entre la Administración Obama y el régimen de Pyongyang, el portavoz de Exteriores chino, Hong Lei, calificó de «muy lamentable» su intención de volver a poner en marcha el reactor nuclear de Yongbyon.