El Papa Francisco paga su alojamiento en la residencia Paulus VI de Roma, donde se alojó durante el cónclave. :: REUTERS
Sociedad

Francisco rechaza vivir en el apartamento papal

Opta por quedarse en una habitación de Santa Marta, la residencia usada en el cónclave

ROMA. Actualizado: Guardar
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La revolución de Francisco ha comenzado: rechaza la histórica residencia papal del palacio vaticano y prefiere quedarse en una habitación del parco hotelito de Santa Marta, la residencia para curas de 129 estancias construida en los noventa dentro del pequeño estado donde ha vivido desde el cónclave. Es un cambio histórico que rompe la tradición desde 1870, cuando Pío IX empezó a residir en el famoso tercer piso del imponente edificio que se yergue sobre la plaza de San Pedro, obligado por la invasión de Roma de las tropas italianas que culminó la unidad de Italia y el fin de los Estados Pontificios. Desde entonces otros diez papas han vivido allí. Pero la ruptura de Bergoglio es mucho más profunda todavía.

Antes de 1870 los pontífices católicos vivieron en muy diversos lugares, como el Quirinale, actual residencia del presidente de la República italiana, pero siempre de forma palaciega y cortesana. En un retorno a los orígenes, y habría que remontarse al primer milenio, Francisco es el primer Papa que se aloja en una vivienda modesta. Es plenamente coherente con su deseo de una «Iglesia pobre y para los pobres», una señal poderosa que confirma que va en serio y redobla la expectación por sus próximas decisiones.

«El Papa Francisco cree que quiere vivir de modo normal y no se traslada, por ahora», fue la simple explicación que dio ayer el portavoz vaticano, Federico Lombardi. Según dice, la decisión del Papa no es definitiva y «es una situación de experimento», porque se encuentra a gusto en la residencia de Santa Marta, mezclándose en el desayuno con los curas y empleados que se hospedan allí y oficiando misa para ellos a las siete de la mañana. De hecho, fue a los primeros a los que anunció la noticia ayer al terminar la ceremonia. Pese a lo que diga Lombardi, si el Papa no va desde ahora a los apartamentos oficiales, que ya están listos y donde han terminado las obras de acondicionamiento, no parece probable que cambie de idea dentro de un mes.

En realidad basta recordar las imágenes de la primera visita de Bergoglio al apartamento papal, cuando se le vio pasear un tanto perplejo por los enormes salones. «¡Aquí hay sitio para 300 personas!», exclamó asombrado. Pese a sus amplias dimensiones, el espacio del Papa propiamente dicho es una simple habitación con un baño y su estudio, con dos grandes espacios comunes, la biblioteca y el comedor. Todo de aspecto sobrio y sin grandes lujos, salvo los suelos de mármol y los materiales que, no obstante, le dan un aspecto frío.

Renunciar a vivir allí es algo más que un cambio de casa. Supone huir del aislamiento de una torre de marfil, elevada en el castillo de la Curia, y relativizar la importancia de la llamada 'familia pontificia', el círculo cerrado de personas que frecuentaban al Papa. Ahora, en cambio, podrán cruzarse con el Papa todos los que pasen por Santa Marta, una especie de hotel al nivel de la calle, a 200 metros de la verja custodiada por dos guardias suizos, pensado para los cónclaves pero que el resto del tiempo alberga de forma permanente a eclesiásticos que trabajan en el Vaticano.

Es de suponer que la residencia ahora se llenará, pues ya es posible coincidir con el Papa en el ascensor y charlar un rato. Algo imposible hasta ahora, pues el Pontífice era una figura inaccesible y solo se podía hablar con él pidiendo audiencia. Es significativo, de hecho, que una de las objeciones que los colaboradores del Papa le habrían puesto es precisamente esa: que en Santa Marta tendrá que estar en contacto con los sacerdotes que pasan por allí. «Estoy acostumbrado a estar con mis curas», habría respondido él, según el diario italiano 'La Stampa'.

Para las audiencias con personalidades seguirá respetando la tradición y utilizará el segundo piso del palacio apostólico, la 'seconda loggia'. También mantendrá la costumbre de asomarse para el Ángelus del domingo a la ventana del estudio en el tercer piso, dentro del apartamento papal de toda la vida.