Francisco, revestido con ornamentos rojos, presidió la procesión en la plaza de San Pedro ante más de 250.000 personas. :: ANDREAS SOLARO / AFP
Sociedad

El Papa invita a los jóvenes a «no estar nunca tristes» y a huir de la «sed de dinero»

Francisco confirma que irá a Brasil en julio ante una nueva multitud de 250.000 personas en la Misa de Ramos

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Francisco continúa con su incesante agenda impuesta por el calendario, pues ayer comenzó la semana de Pascua con el Domingo de Ramos, y mantiene intacto el interés de los fieles. Sigue llenando San Pedro a rebosar. Una muchedumbre volvió a abarrotar la plaza y las calles contiguas, unas 250.000 personas, según la Santa Sede, y el Papa se paseó entre ellas en su segundo paseo en 'papamóvil', de nuevo el jeep descubierto. Como el pasado martes, se paró a hablar con gente y besó niños en un ambiente festivo. Ayer contribuyó a la gran afluencia que también se celebrara, como ya es tradición desde 1985 en coincidencia con este domingo, la Jornada Mundial de la Juventud, lo que llevó al Vaticano a cientos de grupos organizados de muchachos.

Por esta razón la homilía de Bergoglio tuvo un enfoque más dedicado a los jóvenes y fue su primer contacto con este tipo de auditorio, decisivo para la Iglesia desde los grandes actos de masas de Juan Pablo II. El Papa empleó una dosis especial de brío y mensajes directos, dirigida a alimentar el idealismo de la juventud, con una atención particular al desapego material y la capacidad de sacrificio: «¡No seáis nunca hombres y mujeres tristes, un cristiano no puede serlo nunca! ¡No dejéis nunca que os agarre el desánimo! Nuestra alegría no nace de poseer muchas cosas, sino de haber encontrado una persona, Jesús. ¡Por favor, no os dejéis robar la esperanza!». El Papa aprovechó para confirmar su presencia en las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud, que se desarrollarán en Río de Janeiro en julio. Se daba por hecho, pues es una cita ya fijada que siempre cuenta con la visita del Papa, pero Bergoglio despejó toda duda. También Benedicto XVI realizó su primer viaje en 2005 a Alemania para participar en la JMJ de Colonia.

Francisco vistió por primera vez de rojo, con una capa pluvial de ese color, y tras algunos días de perfil exquisitamente solemne, en el encuentro con otras religiones, en la recepción al cuerpo diplomático y en el histórico encuentro con Benedicto XVI del día anterior, volvió por fin a improvisar y contar recuerdos. En una condena de la «sed de dinero» argumentó que además «nadie puede llevárselo, debe dejarlo» y entonces citó a su abuela: «Nos decía cuando éramos niños: el sudario no tiene bolsillos». Latió su ya conocida preocupación social y por los pobres, que siempre menciona en cualquier discurso. En una enumeración de los males del mundo, señaló tras la guerra y la violencia «los conflictos económicos que golpean a quien es más débil».

Lavar los pies

Dentro de esta línea ha significado una ruptura más de la tradición su anuncio de celebrar el Jueves Santo y el rito del lavatorio de pies en la cárcel de menores de Casal del Marmo, en Roma, donde lavará los pies a doce internos. En realidad no hace más que repetir su costumbre de sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, donde acudía a hospitales, prisiones o centros de acogida de pobres o inmigrantes, pero es que el Papa hasta ahora siempre había celebrado este rito en la basílica de San Juan de Letrán. Francisco no ha tomado posesión aún de la cátedra de obispo de Roma en esta basílica, un importante acto que completa su investidura, y por eso tampoco podía celebrar allí el Jueves Santo.