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Que nos tome por sorpresa

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Cádiz no está acostumbrada a sorpresas agradables. De hecho, cada vez que suena la palabra sorpresa por Zona Franca, en Santa María se ponen a temblar. O al revés. Porque las últimas que se ha llevado la ciudad no han sido precisamente agradables y, casi siempre, han venido por el mismo lado. Sorpresa Altadis, sorpresa Delphi y, para que no nos durmamos, dentro de poco sorpresa Navantia. Creo que el siguiente paso es, querido paisano, que para rematar la broma cuando a alguien lo vayan a echar del curro el jefe se esconda detrás de la impresora y salga con matasuegras y finiquito gritando «sorpresa». Y, en lugar de emerger Isabel Gemio, aparecerá uno de esos seguratas feos, gordos, calvos y madridistas que hay en todos los tajos acompañándonos a donde está la puerta. Aunque, bueno, desde hace unos años, los lugares de trabajo se han convertido en unos gigantescos grandes hermanos en los que todo quisque está nominado. Cada cierto tiempo nos cogemos de las manos, miramos a los compañeros y escuchamos la voz del súper...

Pero no nos desviemos. En Cádiz tenemos pánico a las sorpresas. Como cuando rola el viento y lo que es un plácido día de sol se convierte en un apocalipsis de levante. Como cuando los astros deciden que pese a ser Carnaval o Jueves Santo tiene que llover como si no hubiera un mañana... O como cuando, inopinadamente, una explosión manda a tomar por saco la mitad de la ciudad (ay, pobre Institución mía) y, no volvería a pasar hasta el Bicentenario, aparecemos en todos los periódicos de España.

Por eso ahora que ha llegado el equinocio, vamos a ser optimistas. Que la primavera nos tome por sorpresa, que nos alfombre un poco el caminar del año. Es la hora de que los que no se atrevieron a dar el paso y lo dieron (la valentía no asegura el éxito, pero lo acerca), la hora de los que fueron a una entrevista de trabajo y lo consiguieron, la hora de los negocios de emprendedores que están saliendo bien. La hora de que florezca uno poco mayo, especialmente en marzo y abril, en el interior de cada gaditano.