De la gran batalla a la guerra de guerrillas
PSOE y PSC designan a Jáuregui e Iceta para que negocien el nuevo marco de relaciones entre los dos partidos
MADRID. Actualizado: GuardarUn partido de Gobierno sin apenas gobiernos. No es nuevo eso de que en el PSOE proliferen los reinos de taifas pero la falta de poder institucional -los socialistas solo mantienen dos comunidades autónomas y nueve capitales de provincia- ha contribuido a agudizar el problema y ha complicado la gestión de una crisis interna que dura ya más de un año. De la gran batalla a la guerra de guerrillas en las federaciones.
Se puede decir que los socialistas solo viven con sosiego allá donde gobiernan, Andalucía y Asturias. En el resto de las comunidades, con algunas excepciones, la situación es tan tensa, o más, como en las alturas del partido.
En Galicia, los partidarios del secretario general, Pachi Vázquez, quieren dirimir con los seguidores del exministro Francisco Caamaño la supremacía en el partido mediante elecciones primarias, fórmula no recogida en los estatutos de la formación y vetada por la dirección federal. En la Comunidad Valenciana, el partido es la olla a presión de siempre; en Navarra, los socialistas llevan camino de convertirse en la cuarta fuerza; en Castilla y León, tras el fiasco de Ponferrada, las aguas bajan con turbulencias. El repaso es, en definitiva, desalentador para el PSOE.
La número dos del partido conoció de primera mano este viernes los problemas que acucian a los socialistas en la reunión que mantuvo con sus homólogos territoriales y los secretarios provinciales. Valenciano transmitió a sus interlocutores el mensaje de no enredarse en las cuitas internas y seguir el itinerario acordado en enero, y que desemboca en la Conferencia Política de octubre y las primarias el próximo año.
Pero lo que quita el sueño en Ferraz es el PSC. La dirección federal y la ejecutiva de los socialistas catalanes han designado dos expertos negociadores para redactar el nuevo protocolo de relaciones entre ambas formaciones, Ramón Jáuregui, por el PSOE, y Miquel Iceta, por el PSC. No va a ser fácil fijar un marco de relaciones que sustituya al que ha estado vigente 30 años, pero la voluntad de ambas partes de no romper, por las nefastas consecuencias para ambos, puede actuar como el mejor cicatrizante.