Andriavik, sacerdote polaco, convivió varios días con Bergoglio. :: A. S.
Sociedad

El huésped de la habitación 109

El Papa visita la Casa Paulus VI para pagar la cuenta y dar las gracias

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El inquilino de la habitación 109 de la Casa Internacional Paulus VI de Roma se levantó el miércoles siendo cardenal y se acostó, ya en otro lugar, más grande pero quizá no tan confortable, convertido en Papa. Sin embargo, Francisco no quería olvidarse de sus amigos tan repentinamente y ayer, a las nueve de la mañana, después de orar en la Basílica de Santa María la Mayor, regresó al que había sido su hogar desde el pasado 28 de febrero para dar las gracias a los trabajadores de la residencia. Y en ese momento la alegría se desbordó por parte de todos. Las palabras que les dirigió el nuevo Pontífice estuvieron cargadas de emoción: «Aunque viva en el Vaticano, esta será siempre mi primera casa en Roma. Si alguna vez os pido volver, por favor, guardadme un hueco, aunque sea debajo de esta escalera». Entonces, algunos de los asistentes rompieron a llorar.

La visita de Jorge Mario Bergoglio a la Casa Internacional fue una grata sorpresa desvelada a posteriori por el portavoz del Vaticano. «Ha ido a pagar la cuenta para dar ejemplo», aseguraba Federico Lombardi con una sonrisa. El Papa desembolsó 1.190 euros, o sea, los gastos correspondientes a 14 días a pensión completa a 85 euros por jornada. También Bergoglio (en este caso, su secretario) recogió sus maletas para trasladarlas al que será su nuevo alojamiento en Roma, el Vaticano, al que estos días ha acudido siempre andando. Como cardenal, Bergoglio tenía derecho a desplazarse en un coche con chófer proporcionado por la Santa Sede, pero él lo rechazó y prefirió caminar todos los días de las Congregaciones y del cónclave el kilómetro y medio, aproximadamente, que separa la vía della Scrofa, donde se ubica la Casa Internacional Paulus VI, de la Basílica de San Pedro, pasando muy cerca de la Piazza Navona y cruzando el puente de Vittorio Emmanuele hasta enfilar la Via della Concilizacione.

«Todos tenemos una grandísima alegría», explicaba a las puertas de la Paulus VI Pavel Rytel Andriavik, sacerdote polaco y profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de la Santa Croce, apenas un par de horas después de ver de nuevo, y quizá por última vez, a Jorge Bergoglio. Porque aunque el nuevo Pontífice ha pasado solo dos semanas en esta residencia, su recuerdo será inolvidable para todos los que lo han tratado, que ayer no tenían más que palabras de admiración hacia el Papa Francisco; para ellos, 'simplemente', el cardenal Bergoglio. «Es una persona sencillísima. Hablaba con cualquiera, desde el director del centro hasta la última limpiadora. Con todos tenía una buena palabra y una sonrisa», agrega Rytel.

Panetonne

Con su visita de ayer también quiso Francisco compartir con los que habían sido sus compañeros este momento histórico. Pero siempre desde la humildad. «Soy yo, el mismo que ayer. ¡No te preocupes!», le espetó a uno de los trabajadores, que se mostraba temeroso a la hora de dirigirle unas palabras. Palabras que en los días anteriores habían fluido sin cortapisa entre el entonces cardenal y el resto de los residentes. «Le gustaba hablar de fútbol, pero también de cualquier otro asunto, de la vida en general», contaba otro sacerdote, que prefería no dar su nombre. La dirección del centro, por mandato del Vaticano, prohibió a todos los empleados del 'staff', aunque no a los sacerdotes, hablar con los medios de comunicación, y la orden se cumplió a rajatabla. Por eso, fue imposible confirmar que la bolsa que se llevaron sin excepción todos los trabajadores, con un papel que envolvía un panetonne y una botella, era un detalle del nuevo Papa hacia ellos, aunque así lo parecía.

Además de Francisco, en la Paulus VI han residido estos días los cardenales de Kinshasa y Montreal, Laurent Mosengwo Pasinnya y Jean Claude Turcotte. Mosengwo salió ayer de la residencia a las dos de la tarde y tomó un taxi, sin hablar con los dos periodistas que le preguntaron por sus impresiones sobre el nuevo Pontífice.

En la Casa Internacional Paulus VI residen actualmente 70 sacerdotes. Perteneciente al Vaticano, fue instituida por Juan Pablo II en enero del 1999 con el fin de ofrecer alojamiento a eclesiásticos que realizan el servicio diplomático de la Santa Sede o que trabajan en la Curia, así como a cardenales, obispos y sacerdotes que se encuentran en Roma para visitar al Papa o para participar de eventos organizados por la Santa Sede, como es el caso del cónclave.

El origen de este bloque se remonta a una construcción del siglo XV donde, en el año 1573, tuvo su sede el Colegio Germánico, que había sido fundado por San Ignacio de Loyola y aprobado por Julio III en el 1552. Cuatro siglos y medio más tarde, otro jesuita, Jorge Bergoglio, vuelve a hacer historia en este edifico. Bergoglio tenía reservado un billete de avión con dirección a Buenos Aires para el próximo 23 de marzo. A buen seguro, tendrá que anularlo.