Chris Huhne, junto su actual pareja, acudió el lunes al tribunal a conocer la sentencia. :: S. WERMUTH / REUTERS
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¿Son Huhne y Pryce los nuevos Bonnie y Clyde?

El exministro de Energía británico y su antigua mujer ingresan en prisión mientras Cameron alerta de que «nadie está fuera del alcance de la Justicia»

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Los diarios británicos ofrecían ayer los detalles del ingreso en prisión del exministro Chris Huhne y de su exmujer, Vicky Pryce, condenados a ocho meses de cárcel por obstrucción a la Justicia, tras declararse el primero culpable de haber pedido a su entonces esposa que declarase en un formulario que ella conducía su automóvil cuando fue multado por exceso de velocidad y tras considerar un jurado, en el caso de la segunda, que la excusa de 'coerción marital' no era cierta o suficiente.

Huhne ingresó en Wandsworth, una de las cárceles más grandes de Europa, y pasará los primeros días en aislamiento como es habitual. Luego será trasladado a otra celda, esta vez con dos o tres presos más, con baño compartido. Ella pasó la primera noche en la cárcel de mujeres de Holloway, célebre por la turbación que ha causado a sus residentes temporales o a sus visitantes. El primer ministro, David Cameron, afirmó, en la conferencia de prensa que dio junto a su colega irlandés, Enda Kenny, que le visitó en la tarde del lunes, que la sentencia prueba que «nadie está fuera del alcance del sistema judicial». Otros exministros -como el favorito de Margaret Thatcter, Jonathan Aitken- y políticos (como los condenados por fraude con los gastos facturados como parlamentarios) han cumplido penas de presidio, pero este caso ha provocado debate.

Simon Jenkins, que fue director de 'The Times', escribió en 'The Guardian': «Ninguna Justicia proporcionada les encarcelaría. Hicieron lo que hacen miles, canjear puntos y mentir. Nadie murió. Nadie resultó herido. Nadie perdió dinero. No repetirán su delito y no presentan amenaza a la sociedad que requiera su encarcelamiento. Me dicen que en otros países de Europa un magistrado fallaría tal caso en media hora, con una multa y la retirada del carnet».

«Fechorías»

Jenkins ve una verdad en medio de la retórica del juez al dictar su sentencia -«este delito tan grave y flagrante», «carreras estelares»,...- y de la atención mediática al drama de una familia en la que una mujer abandonada denuncia a su exmarido hasta que ambos terminan en la cárcel: «Tenemos tan pocos medios de hacer que el poder responda de sus fechorías que nos agarramos a cualquier palo con el que darle».

De él, que fue ministro de Energía, dice Jenkins: «Dejó estaciones eléctricas sin acabar y el suministro en peligro, mientras perseguía una obsesión con dar millones de libras de otra gente a ricos terratenientes para erigir absurdas turbinas de viento. Que responda de eso».

Ella, corresponsable del servicio económico del Gobierno entre 2007 y 2010, debería «ser la persona en el banquillo si su profesión un día fuese juzgada por su papel en el 'crash' crediticio».

Para Philip Johnston, en el conservador 'The Daily Telegraph', Huhne y Pryce no son Bonnie y Clyde, «su caso puede parecer sin víctimas, pero todos somos sus víctimas, porque debilita el imperio de la ley. Por esa razón, los tribunales ven sombríamente a los culpables de obstruir a la Justicia. La cárcel es el castigo absolutamente adecuado». Johnston explica entonces que la razón por la que hay tanta gente que no ve adecuada la pena de presidio es porque «no nos sentimos cómodos con la idea de justicia retributiva como reflejo de los valores morales de nuestra comunidad», algo que resultaba familiar a previas generaciones.