La esposa del espía ruso acude a un tribunal de Londres junto al activista Alex Goldfarb. Sobre estas líneas, Litvinenko, poco antes de morir al ser envenenado con polonio. :: REUTERS / AFP
MUNDO

Litvinenko, la conexión española

Un juez británico investiga la hipótesis de que el agente fuera asesinado por colaborar con el CNI contra la mafia

LONDRES. Actualizado: Guardar
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El juez sir Robert Owen se reunirá en los próximos días con representantes del Gobierno británico para comenzar el repaso de cada uno de los documentos que le han entregado con un certificado de inmunidad dictado por el ministro de Asuntos Exteriores, William Hague, en el que se pide que no sean divulgados en la encuesta judicial que investiga la muerte del policía ruso Alexander Litvinenko, en noviembre de 2006.

Entre los documentos habrá quizás algunos que podrían aclarar una de las cuestiones que el juez y las partes interesadas se han comprometido a investigar: «la posible implicación del crimen organizado/mafia española en la muerte» de Litvinenko. Si Owen encuentra algo interesante tendrá que debatir con el abogado del Gobierno sobre la conveniencia de revelarlo a los demás o de ocultarlo para siempre.

La redacción judicial es un mal resumen de la cuestión. Se trata de investigar más bien si quienes envenenaron en Londres a Litvinenko con una sustancia radioactiva, el polonio, lo hicieron como venganza por la colaboración de éste con los servicios españoles de seguridad para desarticular estructuras de delincuentes -la llamada mafia de Eurasia- con origen en repúblicas de la desaparecida Unión Soviética.

Crear una hipótesis verosímil sobre ese motivo para el crimen no es complicado. Desde su huida a Turquía y luego a Londres, en 2000, Litvinenko había traicionado a la 'kontora', el término con el que se refieren sus agentes a la 'oficina' del FSB, sucesor del KGB. Había delatado nombres y procedimientos, e insistía en que el hombre ahora más poderoso de la 'kontora', Vladímir Putin, y sus socios habían asesinado a sus compatriotas para asentar su poder.

Litvinenko fue agente del FSB. Persiguió la delincuencia y se infiltró en bandas criminales. Así descubrió lo que escribió junto al periodista Yuri Felshtinski en 'Volando Rusia', un libro publicado en el exilio en el que intentan probar que jefes de la 'kontora' colocaron las bombas atribuidas al terrorismo checheno que, en 1999, provocaron masacres en Moscú e impulsaron al presidente Boris Yeltsin a nombrar como primer ministro al hombre con mano firme en el servicio de seguridad, Vladímir Putin.

Pero el libro fue publicado en 2002 y su viejo colega en el departamento de protección y de guardaespaldas del FSB, Andréi Lugovói, no le visitó en Londres dejando tras de sí un rastro de polonio hasta el final de 2006. Testimonios diversos indican que Litvinenko era desde entonces un hombre sentenciado pero, tras la publicación del libro, añadió en esos cuatro años otros motivos para ser asesinado.

El abogado Ben Emmerson, que representa a la viuda de Litvinenko, Marina, y a su hijo, Anatoli, se quejó esta semana del afán de secreto del Gobierno, en una sesión en la que se decidió el procedimiento para el análisis privado de los documentos y se fallaron aspectos decisivos como que los datos que descubra el juez en los papeles oficiales no podrán utilizarse en ningún sentido si los abogados gubernamentales le convencen de que su divulgación dañaría el interés público.

Relaciones con el Kremlin

«Era un agente de MI6, tenemos los resguardos de pagos en su cuenta bancaria, el nombre de su contacto, su teléfono», dijo Emmerson en su batalla para evitar que el miedo a dañar las relaciones de Reino Unido con Rusia impida una encuesta veraz. Y ya antes el mismo abogado explicó que el Servicio Secreto de Inteligencia (MI6) puso a Alexander Litvinenko en contacto con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español, donde se entendía con el agente 'Uri'.

El resultado fue la Operación Avispa, que en 2005 cuajó en la detención de un gran capo de la mafia de Eurasia, el georgiano Zakhar Kalashov, y otros asociados. Y, como si alguien quisiera enviar desde España un mensaje sobre el legado de Litvinenko, el 23 de noviembre de 2006, un día después de su muerte, la Policía española detuvo en Madrid y Málaga a otros nueve miembros de la red perseguida en la misma operación.

Para completar la verosimilitud de la hipótesis que se investiga en la encuesta se puede recurrir al cable secreto '10MADRID154', elaborado por el subjefe interino de misión de la Embajada de Estados Unidos en España, William Duncan, en febrero de 2010, y divulgado por Wikileaks. En él se da cuenta de un encuentro en el que el fiscal que ha perseguido esos casos en la Audiencia Nacional, José Grinda, afirmó que en Rusia, Bielorrusia y Chechenia -como pronto ocurrirá en Ucrania, según él- las actividades del Estado y del crimen organizado «no pueden diferenciarse».

Grinda avalaba así la tesis de Litvinenko sobre las conexiones entre los aparatos de seguridad del Estado ruso y las mafias. El abogado de su viuda ya ha señalado en las sesiones preliminares de la encuesta que de las hipótesis sugeridas por las diferentes partes -que incluyen a abogados de Lugovói o de una enigmática Comisión Investigadora de la Federación Rusa- la de la conexión española no es descartable.

Compleja misión

Al abogado Hugh Davies, que analizó los documentos del Gobierno como asistente del juez Owen, se le escapó en la encuesta decir que no contienen en su juicio indicios razonables de que la 'mafia española' esté detrás del asesinato de Litvinenko y que sí los hay sin embargo sobre la participación del Estado ruso.

Pero ha sido sustituido por un letrado con carácter aparentemente más templado, acrecentando el temor de Emmerson a que no se llegue a conclusión alguna.

Scotland Yard ya llegó a la convicción de que Andréi Lugovói es el presunto asesino de Litvinenko y la Fiscalía cree que hay pruebas para procesarlo. Pero Moscú negó su extradición y Lugovói es ahora diputado. La vía penal ha quedado por el momento cerrada. Y la encuesta que quiere abrirse ahora es la que un juez municipal, el 'coroner', emprende siempre que ocurre una muerte violenta o no explicada en su distrito.

Ante la magnitud de este caso, el Gobierno nombró al juez sir Robert Owen como 'coroner' provisional de Camden, el ayuntamiento en el que Litvinenko residía. Su misión es aparentemente simple: decir quién murió, en qué fecha, dónde y cómo.

Pero la indagación de esta última pregunta puede desvelar aspectos de la relación del asesinado con el CNI, si el Estado británico actuó con negligencia al no proteger la vida de uno de sus agentes o informaciones que dañarían el deseo de Londres y de Moscú de impulsar el comercio para el mutuo provecho.