Obama asusta con los recortes a los gobernadores
El presidente de EE UU busca complicidades de los estados de la Unión para reducir el déficit y evitar la rebaja en los gastos
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarLa sombra de una nueva recesión se cierne sobre la economía estadounidense pero esta vez la culpa no es de Wall Street, sino de los políticos de Washington, que hace casi dos años programaron una serie de recortes draconianos para forzarse a negociar otros más sensatos. La reducción de 1,2 billones a lo largo de la próxima década entrará en vigor el viernes si el Congreso no alcanza un acuerdo para impedirlo, pero ni siquiera hay negociaciones en marcha. La oposición republicana ha decidido que son lo mejor que puede conseguir del Gobierno para reducir el déficit y satisfacer a sus bases, por lo que parece decidida a saltar este nuevo precipicio fiscal, ahora llamado secuestro.
«Ya que estáis en la ciudad, espero que habléis con los legisladores de vuestros Estados y les recordéis con claridad qué es lo que está en juego y quién corre peligro», pidió ayer Barack Obama a los gobernadores de la Unión, que acudieron a Washington para su convención anual. La Casa Blanca les recibió con un desglose Estado por Estado de cómo se verá afectado cada uno de ellos por los recortes automáticos que reducirán drásticamente el presupuesto de todos los departamentos de Gobierno.
Enfrentados a su propia realidad, el truco funcionó. Más de un gobernador republicano que antes no se había pronunciado apareció ayer en televisión fustigando a su propio partido por no evitar esta bomba de relojería a punto de estallar, pero los congresistas que el año que viene se juegan la reelección tienen otras prioridades y Obama lo sabe. «Calculan que pagarán un precio más alto en las urnas por negociar con el otro partido que por ser obstruccionistas», explicó ayer.
Algunos han prometido a las bases más extremistas que estos recortes se llevarán a cabo y el Tea Party está aquí para cobrarles la promesa. Esta sería la primera gran victoria del movimiento de extrema derecha que desde su concepción ha centrado su mensaje del conservadurismo fiscal en la necesidad de eliminar el déficit sin mayor consideración.