Reino Unido pide perdón por la masacre de Amritsar
LONDRES. Actualizado: GuardarTony Blair eligió la fórmula de una carta leída en un festival, en la ciudad irlandesa de Cork, para expresar que la hambruna en la que murió quizás un millón y medio de irlandeses «fue un momento definitorio en la relación entre Irlanda y Reino Unido... que todavía causa pena cuando pensamos en ello hoy». Una gran ovación recibió la lectura de la misiva por el actor Gabriel Byrne.
Gordon Brown fue al púlpito parlamentario del primer ministro para expresar desde allí su pesar por que los antepasados que habían ocupado ese lugar al frente del Gobierno británico aprobaran el envío de unos 130.000 niños a los países que eran colonias con la idea de que por ser pobres iban a tener una mejor vida allí. Se hizo durante cuatro décadas, hasta los años sesenta del siglo pasado.
David Cameron logró, desde ese mismo lugar, en la Cámara de los Comunes de Westminster, que cientos de personas congregadas en la plaza mayor de Londonderry aplaudieran y mostraran júbilo al escuchar al jefe de Gobierno decir 'sorry' (lo siento) por la masacre del Domingo Sangriento de 1972, en la que murieron 14 personas. ¿Cuántas murieron en el recinto de Jallianwala Bagh en 1919? ¿379, como dijo la cuenta oficial, o quizás 3.790, como sugieren algunos historiadores? La masacre de Amritsar es quizás la más conocida de las causadas por tropas o colonos del Imperio Británico y David Cameron la describió ayer con cuidada caligrafía y ofreciendo como su dirección postal la de todo su país, UK, en el libro de condolencias del lugar. Fue «un episodio profundamente vergonzoso en la historia británica», que «nunca debemos olvidar», escribió Cameron. Recordó el adjetivo -'monstruoso'- que utilizó Winston Churchill, para calificar lo ocurrido. Había disturbios en Punjab y un general británico llegó a Amritsar con ganas de escarmentar a los rebeldes. Encerró a la gente en una plaza y ordenó a sus tropas que descargaran su munición.
Las palabras de Blair, Brown o Cameron fueron elogiadas o criticadas por la 'vacuidad moral' del gesto. Ayer el primer ministro optó por un texto más ceñido.