Un operario realiza ayer preparativos en el hemiciclo del Congreso. :: JUAN CARLOS HIDALGO / EFE
ESPAÑA

Rajoy y Rubacaba se someten a la auditoría de los suyos

El Debate sobre el estado de la Nación permitirá al presidente animar a los diputados del PP y al líder opositor pasar otra reválida ante los suyos

MADRID. Actualizado: Guardar
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El presidente del Gobierno y el líder de la oposición llegan al Debate sobre el estado de la Nación con deberes internos. Mariano Rajoy tiene que calmar el desasosiego que cunde en las filas del PP desde que salieron a la luz las cuentas suizas y la contabilidad B de Luis Bárcenas. Alfredo Pérez Rubalcaba pasa una reválida ante sus diputados después del fiasco de su primer cara a cara con el jefe del Ejecutivo en el pleno de investidura.

Rajoy no lo tiene fácil hoy. No va a poder refugiarse en el burladero del silencio para no dar explicaciones de los tratos de su partido con el extesorero. No va a tener más remedio que aclarar si Bárcenas fue despedido con un finiquito, que es la versión oficial, o si cobró una nómina de 225.000 euros anuales hasta diciembre. Una incógnita que nadie ha despejado en el partido gubernamental y un asunto muy incómodo para el presidente del Gobierno, al punto de que el apellido Bárcenas no sale de su boca.

Los dirigentes del PP necesitan munición argumental para responder a los emplazamientos que reciben en ese sentido y también por las cuentas helvéticas y los 22 millones, la contabilidad B y el pago de sobresueldos. Rajoy va a tener que hacer frente a este debate a su pesar. Hubiera querido llevar el duelo al terreno económico, en el que se atisban, aunque sea en lontananza, algunas señales positivas tras cinco años de negrura. Tiene en la cartera, además, una batería de medidas positivas, rebajas fiscales o incentivos al empleo, pero sabe que la corrupción es un flanco muy del gusto de la oposición como para dejarlo pasar sin más.

El PP, a consecuencia de los presuntos casos de corrupción y la draconiana política económica, sufre una hemorragia de votos cuyo suelo se ignora. Rajoy puede taponar la sangría o hacerla más intensa después del debate parlamentario. No tiene problemas en su partido, pero sí con sus votantes, a los que su reflexión de «he incumplido mis promesas pero he cumplido con mi deber» no basta.

Consolidar la paz interna

El secretario general del PSOE llega a este debate en mejores condiciones, en términos de liderazgo interno, de lo que habría cabido esperar hace tres meses. Y aun así el partido socialista sigue sin ser una balsa de aceite. Rubalcaba se enfrenta al juicio de un partido que todavía no ha curado sus heridas, tras la colosal derrota electoral de 2011.

Esta es su ocasión para consolidar la aparente paz que se instaló en sus filas tras el Consejo Territorial de diciembre y el Comité Federal de enero; dos reuniones en las que los 'barones' y los 'notables' del partido avalaron la hoja de ruta diseñada por la dirección para acometer una renovación ideológica a lo largo de este año y despejar hacia 2014 el debate sobre las primarias.

Es el segundo gran debate en lo que va de legislatura. El primero, el de investidura, fue un trago amargo. Rubalcaba optó por un perfil severo pero conciliador y abierto al diálogo en materias tan relevantes como la UE, el empleo, la sanidad, la educación y la reforma de la Administración Pública. Muchos no lo entendieron. «¿Nos come la responsabilidad de exgobernantes?», planteó de forma gráfica Odón Elorza.

El paso del tiempo, la distancia de la época en la que el propio Gobierno del PSOE tuvo que tomar medidas impopulares, la crudeza de lo que ha venido después y el agotamiento del argumento de la herencia recibida han contribuido a que el escenario sea otro. Llega a este duelo habiendo pedido la cabeza del presidente del Gobierno por su tibia respuesta ante los casos de corrupción que salpican a su partido.

Pero también lleva propuestas. Pondrá sobre la mesa del Congreso la modificación de la ley del Tribunal de Cuentas para que tenga la obligación de fiscalizar las cuentas sometidas a su control en el ejercicio siguiente. Propondrá asimismo el incremento de las penas tanto de prisión como de inhabilitación para delitos vinculados con la corrupción con el objetivo también de aumentar los plazos de prescripción de los delitos.