Las papeletas de cada votación son quemadas al final de la misma. Si no ha habido Papa, se mezclan con paja húmeda para producir un humo negro.
Censo de electores Sistema de votación Gestión de apoyos

La reunión más secreta

Durante el cónclave, los cardenales están incomunicados con el mundo exterior pero eso no los pone a salvo de presiones más o menos sutilesEl día que se haga efectiva su renuncia habrá 117 cardenales con derecho a voto en las deliberaciones de la Capilla Sixtina

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El cónclave aún no está convocado, pero la pesada maquinaria vaticana se prepara para poner en marcha un proceso muy pautado, como corresponde a una institución en la que los símbolos y los ritos son tan importantes. Una vez iniciado, los cardenales electores no pueden comunicarse con el exterior, pero todavía faltan semanas para ese momento y es evidente que desde ayer a mediodía se suceden las llamadas y las conversaciones en voz baja. En un lugar como el Vaticano, donde se conspira con tanta 'fineza', nadie duda de que lleva mucho tiempo especulándose con el nombre del próximo Papa. La diferencia es que ahora las especulaciones se miden en números: los de los apoyos con que podría contar cada candidato.

En las próximas semanas, algunos lugares de Roma serán el centro de los movimientos entre los cardenales. Los españoles y latinoamericanos se reunirán, como sucede desde muchos cónclaves atrás, en el Colegio Español de Roma, el Latinoamericano y el Brasileño, situados todos ellos a muy poca distancia de la plaza de San Pedro. Los cardenales que se junten allí, más o menos discretamente, tienen mucho que decir porque Brasil es a día de hoy el país con el más elevado número de católicos y el español es una de las lenguas mayores de la fe cristiana. Otras conversaciones se desarrollarán en lugares más apartados: los pisos en los que residen los cardenales de la curia, las numerosas iglesias de Roma e incluso algún discreto restaurante. En todo caso, sostiene un buen conocedor de los entresijos de estos procesos, los encuentros informales para hablar de 'papables' y apoyos suelen efectuarse fuera del Vaticano y antes del cónclave.

Lugar y censo

Esta será la segunda ocasión en que los cardenales se alojen en la Casa Santa Marta, que fue acondicionada por orden de Juan Pablo II. Hasta la elección de Benedicto XVI, los electores ocupaban unas habitaciones construidas al efecto con paneles de madera. Eran unos espacios fríos, pequeños y muy poco discretos. Tanto que algunos de los participantes han contado cómo se oían perfectamente las conversaciones que tenían lugar al otro lado de la mampara y relataban historias -algunas, sorprendentes- sobre diseño de estrategias para las votaciones.

El censo del cónclave no es todavía definitivo. El día en que se haga efectiva la renuncia de Benedicto XVI, habrá 117 electores. Pero el 5 de marzo el cardenal Walter Kasper cumplirá los 80 años y perderá por tanto su derecho al voto. Sesenta y siete cardenales electores han sido nombrados por el Papa actual y cincuenta por su antecesor, Juan Pablo II. No queda ya ninguno de anteriores pontificados. Por procedencia, 61 son europeos -de ellos, 21 italianos-, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, once africanos y otros tantos asiáticos, y uno de Oceanía.

Mientras dure el cónclave, los cardenales deben permanecer en el interior del Vaticano. Esta vez, como ocurrió hace ocho años, su recorrido desde la residencia hasta la Capilla Sixtina, será algo más largo. Durante el mismo, solo podrán acercarse a los electores unas pocas personas autorizadas.

El día que comience la reunión habrá una primera votación. Se trata de un 'tanteo' entre los distintos grupos, un repaso a las fuerzas con las que cuenta cada uno de ellos en un delicado equilibrio entre la procedencia geográfica y las distintas visiones sobre cómo guiar el rumbo de la Iglesia. Esta vez, el hecho de que haya un Papa 'saliente' que es quien ha nombrado a la mayoría del colegio cardenalicio será sin duda determinante a la hora de la elección.

Votaciones sucesivas

A continuación, cada jornada habrá dos votaciones hasta que llegue la 'fumata' blanca. Con Ratzinger fue al segundo día, en la tercera votación. Con Wojtyla hubo que esperar al tercer día. No hay límite fijado en cuanto a la duración de un cónclave, pero sí existen algunas prácticas que definen los ritmos. Por ejemplo, si finalizado el cuarto día de reuniones ningún cardenal ha obtenido dos tercios de los votos, se hará un descanso de una jornada completa. Si en posteriores votaciones sigue sin producirse esa mayoría, habrá otros descansos en la tarde del séptimo y el noveno día, que se aprovecharán para sendas exhortaciones por parte del cardenal decano.

Si el undécimo continúan las 'fumatas' negras, símbolo de que aún está vacante el puesto de Sumo Pontífice, los electores pueden optar bien por rebajar el número de votos exigidos, bien por reducir la elección a los dos candidatos con mayor número de apoyos en la última votación, para llevar a la silla de san Pedro a quien en esa votación decisiva obtenga más votos, sin mínimo alguno. Llegará así, por fin, la esperada 'fumata' blanca.

La doctrina oficial dice que es preciso atender a la llegada de la inspiración del Espíritu Santo. La realidad de las cosas, más humana, revela que los electores estarán influidos por el discurso de los candidatos en los últimos años, las campañas más o menos limpias que se organicen a su alrededor -hace ocho años, se divulgaron informaciones que acusaban a Joseph Ratzinger de haber pertenecido a las Juventudes Hitlerianas- y los juegos de poder. El cruce de todos esos factores determinará el nombre del jefe de la Iglesia para los próximos cruciales años.