Obama impone la Medalla de Honor al sargento Romesha por su actuación durante un atanque en 2009 en Afganistán. :: B. SMIALOWSKI / AFP
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Obama empieza hoy a edificar su legado

El presidente expondrá ante el Congreso, en el discurso sobre el estado de la Unión, su plan para el segundo mandato

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Si el historiador y analista político Allan Lichtman tuviera que definir los discursos sobre el estado de la Unión en tres palabras no lo dudaría: «Aburridos, aburridos, aburridos». Sin embargo, el de hoy cree que puede ser «el más importante en la carrera política de Barack Obama».

La Casa Blanca lo ve como un segundo acto del discurso inaugural con el que el presidente sorprendió favorablemente el mes pasado en su segunda toma de posesión de Obama. Pero si esos discursos para las masas al pie del Capitolio son intimistas, filosóficos y dados a frases lapidarias, el que da cada año dentro del hemiciclo a invitación del Congreso suele ser «la lista de la compra», explicó Lichtman. «Se trata de exponer los planes políticos de su segundo mandato».

Si la historia sirve de modelo, los segundos mandatos de todos los presidentes son difíciles y acaban en desilusión generalizada. Obama, sin embargo, no siente que la reforma sanitaria sea suficiente para completar su legado y tiene prisa por dejar su marca en otros temas como la reforma migratoria, el control de armas y la igualdad para los homosexuales. Los analistas creen que tiene apenas unos meses para hacerlo realidad. El año que viene por estas fechas el clima político de Washington volverá a estar viciado por las elecciones legislativas que se celebrarán en noviembre de 2014. Con esa espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de todos los diputados y un tercio de los senadores será difícil que arriesguen. Obama ya no es el candidato de la esperanza que llegó a la Casa Blanca embriagado por la ingenuidad de acabar con las diferencias bipartidistas. De hecho, estas son más pronunciadas que nunca. Esta vez está convencido de que los republicanos no tienen intención de pactar nada con él. Aprovechando la fuerza moral que le da su reelección y la crisis de identidad que vive el partido conservador, Obama ha optado por un tono más valiente y aguerrido que complazca a las bases. En ellas confía para presionar a los legisladores en temas como el control de armas.

Aviso a la oposición

Por eso, si el discurso sobre el estado de la Unión está tradicionalmente dirigido al Congreso y suele llegar marcado por un tono conciliador, esta vez su verdadera audiencia serán los 40 o 50 millones de estadounidenses que lo ven por televisión desde que Truman estrenó este medio. «El reto de Obama es coger algo que siempre es aburrido y convertirlo en un discurso que inspire a las bases», insiste Lichtman. Ese desafío será también el bautismo de su nuevo redactor de discursos Cody Keenan, que si bien lleva años trabajando para el presidente acaba de sustituir a su mano derecha, Jon Favreau, el joven de 31 años que ponía sus pensamientos en palabras y daba vida a sus ideas.

Para animar a las bases más allá de los grandes planes de su segundo mandato Obama salpicará su discurso con propuestas progresistas sobre educación, cambio climático e igualdad de género. 'The Washington Post', que vaticina «un discurso anticlimático», avanzaba ayer que el mandatario anunciará a final de semana una serie de órdenes ejecutivas con las que saltarse al Congreso. Serán medidas para refinanciar las hipotecas en apuros, garantizar la igualdad laboral de los homosexuales, endurecer las emisiones de carbono y aumentar la eficiencia energética de edificios públicos.

No solo es un cebo para motivar a sus bases, sino un aviso para la oposición de que no se quedará de brazos cruzados ante su obstruccionismo. Algo que irritará tanto como la ausencia de un tono conciliador, si bien un asesor que trabaja en el discurso confió enigmático a la web Politico que «tenderá a sus oponentes un puente de oro para que se retiren por él», dijo parafraseando al maestro zen Sun Tzu.

Sus enemigos no llegarán con ánimos de rendirse. El encargado de dar la versión de la oposición será el joven senador de Florida Marco Rubio, que todo el mundo ve como futuro candidato presidencial del Partido Republicano. El papel de replicar al presidente demócrata se ha cedido en los últimos cinco años a quienes aspiran a sucederle y Rubio no es una excepción. De hecho, su comparecencia desata casi tanta expectación como la del mandatario. Se espera que le critique con dureza por su falta de austeridad fiscal y ofrezca soluciones para la reforma migratoria.

Competirá con él en nombre del movimiento del Tea Party Rand Paul, el senador de Kentucky, hijo del congresista y candidato presidencial Ron Paul, que encarna el ala más extremista del partido republicano.

En cualquiera de los tres discursos la política exterior será una parte minoritaria, según anticipan todos los analistas, y aunque el presidente tendrá que hablar de la masacre en Siria, la inestabilidad en el norte de África, las aspiraciones nucleares de Irán y su amistad con Israel, se espera que pase por ello de puntillas. Su legado depende de lo que logre hacer en casa y del crecimiento económico, que aún no consolidado.