
Dos meses sin señales de Chávez
La falta de pruebas sobre la mejoría del presidente venezolano dispara los rumores
LA HABANA. Actualizado: GuardarDe haber jurado el cargo en enero, Hugo Chávez hubiera cumplido hoy el primer mes de su cuarto mandato. Sin embargo, hoy domingo se cumplen dos meses desde la última vez que se vio y oyó al presidente electo de Venezuela. La incertidumbre sobre su capacidad de gobernar se mantiene. Y mientras el mandatario «está en batalla, aferrado a Cristo», sus colaboradores siguen gobernando. La última foto de Chávez se realizó en el aeropuerto de La Habana para someterse a una nueva cirugía contra el cáncer pélvico que le diagnosticaron en junio del 2011. En su emotiva despedida al pueblo y anticipando complicaciones que lo pudieran inhabilitar designó al vicepresidente, Nicolás Maduro, como su sucesor y pidió a sus simpatizantes que le votaran si había que convocar elecciones.
Su enfermedad es un secreto de Estado y los rumores hablaban de que estaba en coma e incluso que había muerto. En diciembre estuvo muy cerca. El Ejecutivo confirmó entonces que se produjo una hemorragia imprevista en la cirugía. De todas formas, en estos sesenta días, Chávez ha firmado decretos, nombró a Elías Jaua como titular de Exteriores, aprobó fórmulas para escoger candidatos de su partido de cara a las elecciones locales de julio y envió cartas a los presidentes que asistieron a la cumbre de la Celac y otra para conmemorar el 4 de febrero los 21 años de su fallida intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez. Maduro siempre enseña la firma del mandatario.
Pero, a diferencia de sus tres operaciones en 18 meses, no ha escrito un solo Twitter, ni hablado por teléfono con la televisión de su país y mucho menos se le ha visto en vídeo. Estas circunstancias abonan los rumores de su gravedad pese a que en este tiempo de ausencia pública del mediático y locuaz líder bolivariano, sus más estrechos colaboradores, Maduro, Jaua, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, su yerno y ministro de Ciencia Jorge Arreaga, y el ministro de Comunicación Ernesto Villegas han difundido 14 notas y se han pronunciado en 20 ocasiones sobre la mejoría de su estado de salud. El ultimo comunicado tuvo lugar el pasado viernes. En el consejo de ministros, Maduro admitió que el proceso de recuperación está siendo «lento» pero insistió en que su jefe está «en batalla, aferrado a Cristo».
No obstante, también incidió en que la sociedad venezolana está «lista para enfrentar dificultades, sea la que sea». Apelando una vez más a la unidad enfatizó: «Ninguno de nosotros es Chávez, todos juntos somos Chávez». Y transmitió lo que dijo era un mensaje del fundador del Socialismo del siglo XXI: «El cariño y afecto del pueblo me levanta aún más la voluntad de vivir».
Ataques a la oposición
Unas horas antes, al regreso de un nuevo viaje a La Habana de Maduro, su esposa, Cilia Flores, y el fiscal general, Jaua, el número dos del chavismo explicó que le llevaron al presidente imágenes de la Virgen del Valle y de la Virgen de Betania. «Usted vaya poco a poco recuperándose, agarrando cada vez más fuerza y nosotros lo esperamos en Caracas. Sabemos que más temprano que tarde tendremos a nuestro comandante disfrutando de la construcción de la patria», le dijo.
El Gobierno continúa, entretanto, su quehacer imperturbable. Dando muestras de esa confianza, ha anunciado una devaluación del bolívar. Asimismo, arrecian los ataques de Maduro contra la oposición. Además, el 4 de febrero, enfundado en una cazadora con los colores de la enseña nacional, se colocó la gorra tricolor - «distintiva del chavismo», aseguró- pero que popularizó el principal rival de Chávez en las pasadas elecciones, Henrique Capriles.
El gesto desató la polémica. A propósito del colorido tocado, Capriles escribió en Twitter: «Jamás podrán expropiarla ni tampoco el futuro de los venezolanos ¡Que viva Venezuela!» Las opiniones se dispararon tanto a favor como en contra y llegaron a sugerir que fue una metedura de pata del vicepresidente.
La ofensiva contra la oposición incluyó la denuncia de corrupción, con presentación de cheques cobrados y pedidos por dos diputados del partido Primero Justicia (PJ) de Capriles. «La gente del Gobierno podría estar preparándose para un proceso electoral y por eso utilizan la fuerza bruta contra un partido clave como PJ», subrayó José Vicente Carrasquero, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar.