Economia

Un plan para recolocar al 70% de los despedidos

Banco de Valencia ha contratado un plan para los cientos de despedidos con un compromiso de recolocación La reforma laboral obliga a las empresas a ayudar a los afectados por un ERE a buscar empleo

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Uno de los momentos más memorables de 'The Company Men' es cuando Ben Affleck, un ejecutivo que pierde su trabajo de la noche a la mañana, acude a un curso de motivación y orientación para encontrar otro empleo. «Estoy preparado, tengo valor y soy el mejor», repiten a coro los despedidos en una escena de la película, muy crítica con una economía que basa en los despidos la solución a los malos resultados empresariales. «En América, entregamos nuestras vidas al trabajo, es hora de que nos las devuelvan», es el hilo conductor con el que el director de la cinta, John Wells, muestra los efectos deshumanizadores que tiene perder un trabajo.

En España hay casi seis millones de parados que lo saben. Cuando se cumple un año de la aprobación de la reforma laboral, el empleo se ha recortado en 850.000 personas durante este periodo. Y los despedidos que solicitan la prestación por desempleo procedentes de un expediente de regulación de empleo de extinción han crecido un 21% en 2012.

La reforma laboral eliminó la indemnización de 45 días por año, suprimió la autorización administrativa de los ERE, aceptó que fuera suficiente la reducción de ingresos de la empresa para permitir el despido objetivo, pero también introdujo una obligación: que las empresas que despidieran más de 50 trabajadores en el marco de un ERE pusieran en marcha un plan de recolocación para ellos durante seis meses.

Entre la proliferación de ERE que se ha venido produciendo, destacan por su volumen los registrados en el sector financiero entre las entidades nacionalizadas. El rescate bancario europeo llegó con duras condiciones de reestructuración; entre ellas, la reducción en un 50% de las plantillas. En Banco de Valencia, entidad que ha necesitado 5.500 millones de euros de dinero público para salvar su quiebra y venderse a Caixabank por un euro, ha aprobado un ERE para 795 trabajadores, de los cuales 231 serán prejubilaciones y el resto, bajas incentivadas. Para estos, ha iniciado un plan de recolocación a través de la empresa Key. Lo más llamativo es que existe el compromiso de que a través de este plan, que durará entre nueve y doce meses, se recolocará al 70% de los despedidos, según explica Regina Bofill, representante sindical de UGT en el Banco de Valencia. Para calcular ese 70% se exige que los contratos tengan estabilidad. «No valen contratos de dos meses», precisa Bofill. Y aunque no parece posible la recolocación directa en el sector de banca -que va a destruir miles de empleos más- sí lo consideran posible en el entorno del sector financiero (aseguradoras, gestorías, etc).

Encontrar otro trabajo para el 70% de los despedidos es un porcentaje elevado, especialmente en estos momentos de recesión económica. Sin embargo, es también el nivel que maneja Randstad en sus planes de 'outplacement' o recolocación. «Depende de los perfiles y de los recursos que ponga la empresa, pero entre un 65% y un 70% se recoloca con nuestros planes», señala Claude Viala, director nacional de outplacement de Randstad.

Del dinero que se gaste la empresa que despide dependerá mucho la calidad y el alcance de los planes de recolocación. En el mercado hay de todo, los precios pueden ir desde 250 euros por persona hasta los 11.000 euros. Claro que a menor tarifa, menos servicios.

No es extraño que también haya mucho descontento entre los trabajadores despedidos cuando el plan de recolocación apenas va más allá de explicar cómo se hace un currículum. Es el caso de Álvaro Garrido, trabajador de Nissan, que en 2006 fue uno de los afectados por el ERE.

Tres páginas de currículum

Aún sin obligación legal en aquel momento, Nissan contrató a una agencia para llevar a cabo un programa de recolocación, con no muy buenos resultados según Garrido. «Íbamos un par de días a las oficinas de la empresa contratada y nos daban unas orientaciones básicas como que el currículum no tenga tres páginas porque no se las va a leer nadie». Garrido, ahora representante sindical por CC OO, no recuerda que nadie se recolocara a través de aquel plan.

Él y otros acabaron trabajando otra vez en Nissan, en otras de sus fábricas. «Que haya planes de recolocación de los despedidos queda bien en la legislación, pero en la práctica es irreal», dice Garrido. «Por eso, la gente prefiere que le paguen tres días más de indemnización a que se lo gaste la empresa en un plan de ese tipo».

Muy distinta es la valoración que hace Amparo Rodríguez, HR senior manager de Merck. Su empresa tiene en marcha un plan de recolocación voluntario para cerca de cien personas, al que se ha adherido el 98%. «Vamos más allá de lo que dice la ley», comenta Rodríguez, «porque el plan durará un año y no hemos escatimado dinero». Merck utiliza el 'outplacement' desde hace años y, en épocas mejores, el porcentaje de recolocación era del 80% o 90%; ahora reconoce que se tarda más.

En todo caso, Merck realiza un seguimiento del plan, por ejemplo, a través del número de entrevistas de trabajo que la empresa contratada consigue para cada despedido. Amparo Rodríguez destaca entre los beneficios de estos programas que enseñan a buscar empleo -«hay que afrontar esa búsqueda como un trabajo en sí mismo»-, abren el abanico de posibilidades donde buscarlo y complementan áreas de mejora, sin olvidar el apoyo emocional que reciben los despedidos. «Siempre que haya una salida de una persona por causas ajenas a su desempeño soy partidaria de hacerlo, siempre voluntario», concluye Rodríguez.

Óscar Castillo, trabajador de Johnson Controls Alagón, empresa auxiliar del automóvil que ha despedido a 44 empleados, valora el programa puesto en marcha hace menos de un mes a través de una agencia dependiente de Adecco como «un complemento que puede ser bueno», pero reconoce que todavía no es posible determinar su efectividad.

¿Y en qué debe consistir un plan de recolocación? El director nacional de 'outplacement' de Randstad explica que debe tener tres fases. La primera es de orientación: «Bastantes personas, sobre todo las que han trabajado muchos años en la misma empresa, no saben adónde ir para buscar trabajo», explica Viala; «nuestro trabajo es descubrir, con sus habilidades, qué trabajos puede buscar, o que a veces necesitará cambiar de sector de actividad o reciclarse». La segunda fase consiste en prepararles para presentarse a una entrevista y elaborar el famoso currículum.

Y en la tercera etapa se les «acompaña al mercado laboral», se trata de una «intermediación efectiva con empresas que ofrecen puestos de trabajo», precisa Viala. El director nacional de 'outplacement' de Randstad insiste en que lo que hace que funcione un programa de recolocación es que tenga las dos patas: orientación e intermediación. Y el tiempo medio de recolocación en estos casos es de unos siete meses.

Cada vez se ofrecen más programas online, pero a juicio de Viala, no es muy adecuado porque el despido corta el vínculo social de una persona y hacer el programa desde casa le encierra aún más. «Hay que hacer una gestión emocional del despido, si una persona está deprimida en su casa, la vamos a llamar y no la vamos a dejar aislada», expone Viala.

Ben Affleck acabó reflotando la empresa y los empleos. Al final, se trata de eso, de recuperar el trabajo.