
Futuro sin medicamentos
La poca implicación del Gobierno y de la industria ha puesto el punto y final a un proyecto del Ejecutivo socialista
Actualizado: GuardarLa iniciativa se presentó hace casi tres años. Su objetivo era reducir la factura farmacéutica de las administraciones y que los pacientes no acumulasen cajas y cajas a medio usar en el botiquín casero. El ahorro previsto era del 2% del gasto farmacéutico -unos 300 millones-; pero lo que se pretendía era inculcar una serie de valores para que los usuarios fueran más responsables a la hora de consumir menos productos farmacéuticos. España es uno de los países europeos más medicamentalizado de Europa. La exministra de Sanidad Leire Pajín apostó por la monodosis, es decir, la reducción a la mínima expresión de los fármacos. El experimento comenzó con el paracetamol y el ibuprofeno, dos de los productos más comunes. Más de dos años después, esta iniciativa está en vía muerta y sin ningún viso de que pueda recuperarse.
Los motivos hay que buscarlos, en su gran mayoría, en los bolsillos de los diferentes actores. Los productores se negaron desde el principio a asumir un coste más en la producción de estos productos. «Se lanzaron mensajes diciendo que la monodosis era la panacea. Nosotros ya advertimos en su momento que eso no era así, que ya estaban bastante equilibrados y que el coste de un envase más pequeño es a veces mayor que el propio producto», explica Fernando Redondo, presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE). «Un analgésico que vaya envasado en un envase de aluminio encarece el producto. Muchas veces es más barato un paquete de 30 analgésicos que uno de seis», añade.
Luego está la escasa información de los ciudadanos, que quieren las cajas como siempre. «Nadie viene a pedir un 'blister' de dos o cuatro paracetamoles. Primero porque no quieren y luego porque no hay», indica el máximo responsable de la FEFE. Desde la patronal de los laboratorios farmacéuticos, Farmaindustria, corroboran las apreciaciones de los profesionales de las boticas. En su momento, hace tres años, tampoco se mostraron muy entusiasmados con la idea. Calculan que esta iniciativa solo ha reportado a las arcas públicas un ahorro del 5%, es decir, unos 15 millones.
Y consideran que las administraciones van a obtener muy pocos réditos añadidos a los conseguidos hasta el momento. Los dos agentes también dudan de los planes del departamento de Ana Mato de ajustar los envases a la duración del tratamiento. «Cuando hay que tomarlos de una forma continuada, ya sea para una patología crónica o eventual que necesita unas dosis concreta, creo que los antibióticos ya están bastante ajustados. Habría que cumplirlo para que sea efectivo y no se puede interrumpir» apunta Redondo. «Por lo tanto, quitando algunas excepciones, como los analgésicos, no tenía mucho sentido», finaliza.
La Agencia Española del Medicamento ya publicó las recomendaciones para que la industria adecúe los formatos de 25 antibióticos. Un listado que contó en su elaboración con la colaboración de los farmacéuticos de atención primaria y de algunas de las sociedades médicas más importantes. Los principales beneficiarios de la unidosis, según el departamento de Mato, serán los enfermos crónicos. El objetivo es que no acudan con tanta frecuencia al médico para recoger las rectas de su tratamiento. Los farmacéuticos ven positiva esta medida, ya que los enfermos crónicos a veces ven que las cajas de medicinas que reciben son «demasiado exiguas» paras sus necesidades terapéuticas. «Esto es debido es que algunos fármacos se usan para otras enfermedades y no se quiere incrementar el coste de los mismos», comenta el presidente de la FEFE.
Los profesionales de farmacia alertan, no obstante, de que aumentar en demasía los continentes puede provocar un problema de farmacovigilancia. «Los médicos y nosotros tenemos la obligación de detectar problemas que a lo mejor no lo podríamos hacer si los envases son más grandes porque no veríamos al usuario», dice Redondo.