MUNDO

Irán y Egipto apenas rompen el hielo

Ahmadineyad escenifica en El Cairo el acercamiento a Mursi pero también deja claras las diferencias que todavía los alejan

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mahmud Ahmadineyad hizo ayer historia al convertirse en el primer presidente iraní que pone un pie en Egipto desde que ambos países rompieran relaciones diplomáticas tras el triunfo de la revolución islámica de 1979. La visita de tres días, impensable en el Egipto de Hosni Mubarak, es la mejor prueba hasta la fecha del progresivo acercamiento entre los dos antiguos enemigos y de las nuevas dinámicas que se han creado en la región con el acceso al poder de los islamistas, pero también de las diferencias ideológicas y religiosas que aún separan a ambas naciones.

El presidente iraní viajó a la capital egipcia para participar en la cumbre de jefes de Estado de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), que se celebra entre hoy y mañana en El Cairo. Su visita, sin embargo, ha despertado mucho más interés por el significado que tiene para el deshielo de las relaciones bilaterales con Egipto y por uno de los asuntos que hoy en día separan a ambos países: la guerra de Siria. De hecho, el presidente egipcio, Mohamed Mursi, quiso ir al grano y fue lo primero que trató con su homólogo persa en la breve reunión que ambos mantuvieron en una de las salas del aeropuerto cairota. Ahmadineyad fue recibido por el islamista con un tratamiento de alfombra roja en el aeródromo de la capital, donde ambos mandatarios intercambiaron apretones de manos y besos.

El tema de Siria es uno de los asuntos de actualidad más espinosos entre ambos países, ya que Irán es el más firme aliado del régimen de Bashar el-Asad, mientras que Egipto se encuentra en el grupo de los países árabes que han pedido al presidente sirio que abandone el poder. Precisamente, Mursi ya dejó clara su postura en una polémica intervención durante su breve visita a Teherán en la cumbre del Movimiento de los Países No Alineados el pasado mes de agosto, en la que sacó los colores a su anfitrión. Según la televisión estatal, ambos mandatarios compartieron diferentes medidas para intentar buscar una solución a la guerra siria que no pase por una intervención armada, propuesta que se discutirá también en la cumbre de la OCI.

Ahmadineyad también se reunió durante la jornada de ayer con el jeque de la milenaria institución de Al-Azhar, la más importante autoridad suní del mundo, de quien se llevó un buen tirón de orejas. El jeque Ahmad el-Tayeb pidió a Irán que deje de interferir en los Estados del Golfo y que se abstenga de propagar el chiísmo en las naciones suníes.

Desencuentros sectarios

Los desencuentros sectarios entre suníes y chiíes es una de las lacras que padece la región, y el encuentro de hoy entre el líder chií y el jeque de Al-Azhar parecía destinado a mostrar una imagen de unidad en el mundo musulmán. Sin embargo, la impresión que quedó tras el comunicado emitido por la institución fue de todo lo contrario. Al-Tayeb se refirió específicamente a Bahréin, donde la monarquía suní que gobierna el pequeño país reprime -con ayuda de Arabia Saudí y otras monarquías del Golfo- una revuelta de chiíes, que suponen la mayor parte de la población, alentada por Irán. El jeque de Al-Azhar no hizo, sin embargo, referencia a las intromisiones de Riad.

Hace más de 34 años que Egipto e Irán rompieron relaciones diplomáticas, justo después de la revolución islámica que alzó al poder a los ayatolás. La situación se agravó cuando Egipto decidió dar asilo al sha de Persia, que tras su muerte fue enterrado en una mezquita de la capital egipcia y también con la firma de los acuerdos de Camp David y del tratado de paz con Israel. En protesta, el régimen iraní otorgó una calle en Teherán al asesino del presidente egipcio Anuar el-Sadat.

La desaparición de Hosni Mubarak de la escena egipcia y el ascenso de los Hermanos Musulmanes al poder, así como de Mohamed Mursi a la presidencia -quien aseguró durante su toma de posesión que buscaba unas relaciones exteriores para Egipto «más equilibradas»-, han propiciado un acercamiento entre ambos países. Los iraníes se muestran optimistas y ayer el propio Mahmud Ahmadineyad subrayaba los «beneficios para la región y para el mundo» de una mejor relación entre ambos países.

Sin embargo, muchos analistas se muestran cautos sobre hasta qué punto El Cairo y Teherán se convertirán en aliados, especialmente por las importantes relaciones que Egipto mantiene con países antagonistas de Irán como son Arabia Saudí y Catar, más próximos ideológicamente a Mohamed Mursi y de gran importancia para la maltrecha economía egipcia.