Dutroux, ayer en el Palacio de Justicia de Bruselas. :: FRANCOIS LENOIR / REUTERS
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Dutroux vuelve a estremecer a Bélgica

El asesino pederasta, que mató a cuatro niñas y secuestró a otras dos en los noventa, pide ante el juez la libertad condicional

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Bélgica volvió a enfrentarse ayer a la interminable pesadilla de Marc Dutroux, el asesino pederasta que segó la vida de cuatro niñas y secuestró a otras dos a mediados de los noventa. Escoltado por un impresionante dispositivo de seguridad, el hombre bautizado como el «enemigo número uno del país» compareció ante el Tribunal de Aplicación de Penas para pedir su libertad condicional.

El criminal, condenado a 30 años, se amparó en el argumento de que en los próximos meses habrá cumplido un tercio de la sentencia. Aunque tras su hipotética salida de la cárcel llevaría un brazalete electrónico, se da por hecho que los magistraros dirán 'no' a la solicitud en una decisión que se espera dentro de dos semanas.

Dutroux desembarcó en el centro de Bruselas vigilado por un escuadrón especializado en el traslado de presos de máxima peligrosidad. Esta unidad recibió el apoyo de dos pelotones de policías y un helicóptero que sobrevoló en todo momento el Palacio de Justicia. En total, el Gobierno belga se gastó 50.000 euros en el dispositivo, una cantidad que muchos juzgaron desproporcionada. Las autoridades federales temían que pudiera fugarse como ya ocurrió en 1998, un suceso que costó el cargo a varios ministros. Además, no se descartaba que el pederasta pudiera ser agredido, aunque finalmente solo se manifestó un reducido grupo de personas.

Condenado en 2004 tras un larguísimo proceso, Dutroux pretende seguir los pasos de su exmujer, Michelle Martin. Su antigua compañera y cómplice de los crímenes fue transferida de la cárcel a un convento de las Hermanas Clarisas del sur de Bélgica. Allí, vive bajo la supervisión de las monjas en un régimen de semilibertad desde agosto.

Michel Lelièvere, otro compinche que ayudó al asesino a raptar a la niñas, también ha escrito a varios centros religiosos con la esperanza de que le acojan si sale de prisión. La banda se completa con Bernard Weinstein, un tercer colaborador al que Dutroux liquidó y enterró junto a dos de sus víctimas.

Traficante y ladrón

El asesino, de 56 años, lo tiene todo en contra para lograr la libertad. Tanto los responsables de la cárcel en la que cumple su pena como otro tribunal competente en el caso han desaconsejado su regreso a las calles. La salida de prisión de su exmujer tampoco le beneficia. La noticia provocó un fuerte malestar social en el país, que recuerda con estupor todo lo sucedido entre 1995 y 1996. Dutroux y sus secuaces secuestraron a seis niñas de entre 8 y 19 años. Las víctimas fueron encerradas en varias propiedades del asesino, que había comprado hasta siete casas gracias a sus ganancias como traficante de droga y ladrón de coches. Durante su cautiverio, las chicas fueron torturadas y violadas.

Definido como el «perfecto psicópata» por varios especialistas, Dutroux asesinó a An Marchal y Eefje Lambrecks, de 17 y 19 años respectivamente, antes de enterrarlas bajo la caseta del jardín de una de sus casas. Melissa Russo y Julie Lejeune, de apenas ocho años, murieron de hambre mientras estaban recluidas. El criminal dejó de alimentarlas porque ingresó en prisión varios meses tras ser detenido por el robo de coches. Ni su exmujer ni sus cómplices dieron de comer a las pequeñas. Las últimas víctimas fueron Sabine Dardenne y Laetitia Delhez. La primera pasó 80 días encerrada en una mazmorra que construyó Dutroux. Las dos, que durante estos años han sido un ejemplo de entereza, fueron rescatadas después de la detención del pederasta.