Poca vergüenza
Actualizado: GuardarCon más de un 40% de paro, las puertas de los comedores y servicios sociales llenas de gente y con el 26% de los gaditanos que acuden a recoger comida con signos de malnutrición, podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que el panorama es muy desolador. Pero esta desolación se convierte en indignación cuando varios de los políticos de esta ciudad desaprovechan los plenos municipales para leer el periódico, mirar su iPad, fumar un cigarrillo o contarle al compañero lo rico que le salió ayer el rissoto, entre otras relevantes historias. Cuando muchas de las personas que se ven obligadas a pedir ayudar y a vivir de la solidaridad de los demás dicen sentir vergüenza de encontrarse en esta situación, me pregunto cómo de injusta puede ser la vida cuando lo verdaderamente vergonzoso es que los que tienen la tarea de trabajar para mejorar y solucionar esta tremenda crisis, que es la que ha dejado a esas familias viviendo de la limosna, dedican sus reunión semanal para poner al día sus tareas personales .
Esta semana que abandonamos se ha convertido en la semana de los papeles manchados de corrupción y, en lo referente a la provincia, hemos vivido en directo el encierro de cuatro desesperados trabajadores de la extinta Delphi en el despacho del delegado del Gobierno para reivindicar lo que hace unos años les prometieron, empiezan a faltar los recursos y aún no sabemos dónde está el dinero de Bahía competitiva, es entonces cuando me pregunto cómo es posible que cuando uno de esos trabajadores de la política se sienta en su puesto en el pleno no piense que ha llegado el momento de abandonar y dejarle el paso a otro que ponga sobre la mesa cuáles son los verdaderos problemas que están dejando a Cádiz, cada vez más alejada del resto de Europa. Porque como decía Yolanda Vallejo en el artículo que publicó hace unos días en este periódico, tercermundista no son las grandes colas para comprar las entradas del Falla, «la poca transparencia, la indecencia, el 'melollevo', el 'nos lo repartimos', la corrupción, la mentira, los políticos con más beneficio que oficio, la inmoralidad, los asesores, los recortes, el mirar para otro lado. sí son tercermundismo». Pues eso, espero que de tanto repetirlo a más de uno le atraviese el oído para llegar a lo más profundo de la parte racional de su cerebro y cambie su forma de trabajar para él para empezar a trabajar para los demás.