MÁXIMO PELIGRO
Actualizado: GuardarLas cosas deben estar tan mal, pero tan rematadamente mal, que los líderes del PSOE andaluz han decidido no hacer sangre al adversario, el Partido Popular, ahora que atraviesa sus peores momentos, acogotado por las revelaciones de los papeles de su tesorero y en la incertidumbre de qué más aún les aguarda entre las siniestras carpetas de aquel al que defendieron tanto. Más allá de los dimes y diretes de las ruedas de prensa, Mario Jiménez, el vicesecretario general socialista, hablaba el viernes con el presidente popular, Juan Ignacio Zoido, para ponerse de acuerdo en anticipar la reunión de la mesa de partidos del Pacto por Andalucía y alcanzar rápidamente medidas sobre transparencia que puedan ofrecer para tranquilizar en lo posible a una ciudadanía a la que ya le falta poco para arrojar monedas a los políticos, como hicieron los italianos furiosos cuando estalló 'Tagentópolis', el escándalo de comisiones y connivencias con la mafia que acabó con el PSI y con la Democracia Cristiana.
Jiménez apela a la necesidad de tener sentido de Estado en un momento crucial, en vísperas de la reunión de Rajoy con Merkel, hoy, y con una bárbara cantidad de millones de euros por colocar en el mercado de manera inminente.
La caída del Gobierno no interesa a nadie en estos momentos, salvo quizá a Izquierda Unida, que, con los mejores datos de intención de voto sobre el papel, pide elecciones anticipadas. Al PSOE, desde luego que no, no sólo porque necesita tiempo para su propia transición interna sino también porque sabe que eso de que «muera Sansón y los filisteos» no va a ninguna parte. Además, atisban que la carga de profundidad que los papeles de Bárcenas ha supuesto también a nivel andaluz, con destacados nombres de políticos y de empresas donantes, no dejará de darles réditos a medio plazo. El órdago de Rubalcaba ayer parece responder más a la indignación por la comparecencia de Rajoy del sábado.
Con todo, esta actitud conciliadora da casi más miedo que la gresca habitual. Es la verdadera medida del peligro del momento que vivimos.